miércoles, 11 de enero de 2012

Banda sonora OZ y alrededores, parte 4.

¡Y la penúltima entrega!

37. “Jeanny”, de Falco.

Ésta me encanta. Tiene drama, y gente que habla, y hasta aparece la policía… toda esa parafernalia que pone “on” el click de mi lado telenovelesco. Además, el cantante tiene una voz muy afinada, y apasionada, y precisa, que me intrigaba en las cosas que decía. Cuando grita hasta me dan ganas de llorar (todavía), pero entonces no sabía si insultaba a la mujer de la canción, o si insultaba a Dios porque se moría (¿se moría?), y todo era muy confuso.

Es que, aunque me gusta la canción, no la entendía. No la entendía porque está en alemán y en mi esperanza de hacerlo se la mostré a casi todos los que conocí... pero ninguno se dio la lata de explicarme, y eso que fueron varios. Además, lo que yo consideraba un hit, a ellos les parecía algo prehistórico.

Hasta Auckland, Nueva Zelanda. Cuando tenía que irme de allí hacia Australia, me quedé varada unos días, por culpa del Puyehue y de su nube volcánica, y allí me tocó compartir pieza con un germano medio hipster y as de la computación, y apenas pude le pregunté.

No sé si fue buena idea, hacerlo, porque resulta que la canción trata de un hombre que rapta a una mujer menor de la que está enamorado, y parece que al final la mata para que nadie más se quede con ella (o se suicida, no me quedó muy claro)… la ansiedad de su voz no una pasión maravillosa, sino que la aflicción de un hombre enfermo. Además, mi amigo me contó que Falco mismo era bien polémico, que murió en un accidente de tránsito, que tenía una hija no reconocida, blablablá. Chismoso el alemán, para la felicidad de su servidora.

Pero la canción no dejó de brillar para mí luego de eso. No era que el cantautor fuese el hombre enfermo, sino que solo describía a uno, como hace Eminem en “Stan”, otro hit. Y lo describía muy bien (creo yo).

Escucharla hoy me gusta no solo por la pasión ya descrita, sino que también porque me recuerda a todos los alemanes que conocí, y a los sutiles matices de su acento. Es que, además de Falco, mi único referente del idioma era Hitler, Hitler gritando en sus discursos políticos, Hitler con la voz contenida y cuidadosamente dirigida hacia un objetivo... no como les pasa a las personas reales, espontáneas, que inevitablemente tienen destellos de sensibilidad y hasta de fragilidad en sus palabras. No como le pasa a Falco, aunque se vuelva loco en la canción. No como le pasa a la gente a la que conocí.

Falco me acerca a ellos.



¡Oh! Acabo de ver el video, ¡qué buen video! Me llegó a doler el corazón. La verdad es que si lo hubiera mirado antes, habría cachado todo el mote, jaja.

Y aquí el hit de "Stan", para los curiosillos. Eminem (y la Dido).



38. “Knockin’ On Heaven’s Door”, de Bob Dylan.

Esta canción es una preciosura. Es perfecta. Tiene humildad, y tiene simbolismo, y hasta una semejanza a Beethoven con su “knock-knock-knocking” imitador de golpes. Mientras Beethoven simula a la muerte tocando a su puerta, Dylan replica el sonido que haría él mismo tocando las puertas del cielo.

Es una obra de arte.

Antes me gustaban más las versiones de Guns and Roses, y de la Avril Lavigne, pero en Australia tuve una obsesión con este hit, así que busqué aún más, y en ello encontré la original. Bob Dylan. La mejor de las que hay disponibles.

Este enamoramiento musical me pasó en Cairns. El primer Cairns, al principio del viaje, enero, llegando a Australia. Estaba apenas organizándome, así que iba harto al McDonalds frente a la playa, para usar el wifi gratis y agilizar procesos. Y afuera del local un señor mayor, de unos 80 años, tocaba la guitarra y cantaba, cada noche.

El señor era buen cantante, y a mí me gustaba… pero un día fue como si hubiera quebrado las entrañas mismas del universo. Sin previo aviso, se pegó una versión de esta canción tan, tan impresionante, tan poderosa y a la vez tan desnuda… que me hizo sentir como si nunca hubiera escuchado música antes en la vida: Fue como si él mismo estuviera tocando al cielo, y una tuviera la perturbadora pero maravillosa oportunidad de presenciarlo.

Qué voz espectacular y qué sentimiento. Todos los demás también lo miraron. Fue como si se hubiera detenido el tiempo. En ese momento, no hubo nada más importante.

...

La versión de Dylan es buena, sí, pero mi favorita es la de ese señor. Lástima que no la tenga.




Los Guns.



La Avril Lavigne.



39 “Love Is Gonna Get You”, de la Macy Gray.

Esta canción era el tema principal de una serie que hizo la Alicia Silverstone, “Miss Match”, el 2003.En ella era una especie de Emma moderna, emparejando a todo el mundo y ella sola. Por supuesto, tal como el título lo dice, el amor estaba por “atraparla” (aunque no sé si alcanzó a pasar, porque al final la serie duró solo una temporada), y así la Alicia salía toda inocente y a punto de ser descubierta, el espectador sabiendo que el momento llegaría, aunque ella ni siquiera se atreviese a soñar con ello (es poco cool admitir que uno lo hace).

Yo encontraba a la canciónempalagosa y obvia, aunque igual la tenía, para escuchar a veces. Hasta que undía, en las primeras semanas de Australia, me salió en el aleatorio.

Y entonces me encantó. Me encantó, porque pese a que hace tiempo que estaba sola, y a que no había ni un moro en la costa… tuve la certeza de que algo iba a pasar, algo emocionante y nuevo. Y así la escuchaba por las calles, feliz en mis caminatas nocturnas, como preparándome a ello, diciéndome que tendría que venir…

Es que si la Macy Grey tenía razón no importaba – no importaba – cómo se veía el panorama, ni donde estuviera yo en el momento. Iba a tener que pasar. Era el destino. Me seguiría adonde yo fuera.

Y yo tenía derecho a soñar conello.

Toda esa onda feliz, me causó cierta expectación y alegría a la vez, y creo que me trajo mucha suerte. Tal vez sea cierto que, antes de recibir a alguien en la vida, uno tiene que tener el corazón abierto.

Y aunque aún no ha llegado el gran amor, desde entonces sí he podido tener unas experiencias muy alegres.



40.  “Maria”, de la película “West Side Story”.

Sí, a mí también me cantaron. Era fácil hacerlo, porque en Australia reduje mi nombre, María Paz, a solo María– más fácil – y hay muchas tonadas con él.

La que casi siempre escogieron para mí, fue la “Maria Maria” de Santana. Pero a mí ésa no me gusta,por lo que mañoseaba al respecto. Era especialmente tragicómico debido a que,en un viaje como ese, uno conoce a gente todos los días, lo que significa que pasé meses escuchándola reiterativamente. Lo peor era la cara de amor y amistad con la que me la dedicaban, a veces hasta bailándomela, por lo que no era lindo demostrar rechazo. Tortura.

Supongo que fue una especie de karma, por todas las veces en que se me pegaron canciones que a la otra gente no les gustaba, y que aún así no podía evitar cantar, jeje. Sabía que ellos actuaban de tan buena fe como yo, buscando complicidad y acercando mundos, siendo torpes e inocentes, y por eso en general me mordí la lengua… pero admito que cada vez me molestaba más, y que terminé odiando la cancioncita.

Es que me persiguió durante meses.

Sin embargo, afortunadamente no todos escogieron la de Santana. Varios se fueron con la de “West Side Story”, que irónicamente viene a ser la inspiración para la primera. Y unos pocos, la de“La novicia rebelde”, “How do you solve a problem like Maria?”, en la que hablan de la Julie Andrews y de cómo está loca, y de cómo así – o sobretodo así– luego se queda con el minazo del capitán Von Trapp. Suertuda.

Hoy todas esas canciones me recuerdan a buenos momentos… aunque la de Santana me gusta solo conceptualmente, porque todavía me irrita escucharla (admítolo). De todas formas, la voy a poner de bonus, para saciar sus curiosidades. Si prometen no cantármela…

La de West Side Story (mi ganadora).



"How Do You Solve A Problem Like Maria?", de "La novicia rebelde". Lamentablemente, esta no es la versión que quería poner, sino la que cantan en la iglesia cuando se casa (es que ésa no está). Es simpática pero cierta comentarista del YouTube tiene razón cuando dice "So, it's her wedding day and they're singing about what a pain she is?", jajaja.



Y un comercial que hicieron de audición en la BBC muy gracioso (como dato freak al  margen).


41. "Microdancing", de los Babasónicos.

¡Qué cosa tan pegote! Y la letrano dice casi nada. Solo algo así como “si te llevo de favor, ¿me prometes queesta vez no vas a arruinar la fiesta?” y luego muchos pero muchos “oh ohohohoh,oh ohohoho, apretados, microdancing”, repitiendo y repitiendo, de un modo taneficaz que uno casi no puede evitar cantar, y bailarla.
Es una canción real realmente buena. Y como dije, pegote, así que la canté durante todo el viaje. Y todavía.

Mi recuerdo favorito de entonces,fue con la Anne. Ella era una entusiasta compañía, que cantaba cada vez en que yo cantaba. Le daba mismo no saberse la letra, y chamullaba jubilosamente,causando en principio mi horror, luego mi aceptación, y luego mi agrado (había que dejar la maña). “Microdancing” era de nuestras favoritas, por ser fácil y alegre.

Una tarde, a las afueras de Bundaberg, en plena carretera y esperando a que alguien nos llevara a dedo al pueblo siguiente, me puse a cantarla. “Si te llevo de favor…”. La espera se hacía larga y tediosa, y era una tarde agradable, sombreada, llena de flores y pajaritos, en medio de la nada. “Oh ohohohoh”, repeticiones varias, bailando, y la Anne ya cantando contagiada y bailando también. Paso siguiente, dar vueltas en círculos y otras maniobras más complejas, “apretados, microdancing”, “ohohohohoh oh ohohohoh". No sé cuánto rato. No tanto.

Y entonces pasa el único auto envarios minutos, tocando la bocina. He ahí las dos locas, bailando con los ojoscerrados, inmersas en un universo paralelo, pasándolo chancho. Dimos un salto y nos miramos una a la otra, con vergüenza instantánea.

Y luego nos reímos. Es que fue tan divertido. Uno de esos momentos anónimos y totalmente cotidianos que son los que al final más se recuerdan.

En realidad, mirando el videoclip, pasó extrañamente parecido a en él. Chusto (y felicidad).



42. “Money, Money” de la película“Cabaret”.

En Blue Topaz, mi tercer y más largo alojamiento en el campo, la dueña del lugar era una mujer llamada Sue. Deunos 50 años, muy eficaz y bastante mandona. Administraba este “caravan park”, que tenía por lo menos 30 casas rodantes arrendadas, más los espacios para gente con la propia, más muchas pero muchas carpas, y solo una cocina al aire libre, y unos pocos baños, y además de eso nos conseguía las pegas.

No hubiera sido tan difícil la propia pega suya, si no fuese porque la mayoría de la gente era joven y en ánimo de jarana (dentro de lo que la vida de campo permite), así que igual la Sue se la pasaba quitando cervezas a los curados, haciendo callar a los gritones nocturnos, excusando a los carreteros que no llegaban a trabajar y cosas adolescentes del tipo. Y tenía fama de usurera, porque cobraba por cada ducha de agua caliente, y por llevarte en su liebre a las pegas, si no te conseguías tu propio transporte.

La gente no la quería mucho, aunque yo la entendía. Es que yo también sé el cacho que a veces es ser la voz de la autoridad (soy profe en media), y además era muy simpática, si una la trataba con educación y respeto. Yo creo que en parte muchos no la querían, porque así era más fácil enfrentarse a ella, y abusar de ella a veces también

Antes de conseguir mi propio transporte, tuve que inscribirme en la liebre, para llegar a la pega de los tomates, que me consiguió la misma Sue. Entonces yo escuchaba mucho “Money, Money”, porque es una canción alegre que me hace reír, y que además me motivaba a salir por ahí a ganarme mis monedas.

No recuerdo haberla cantado (qué plancha, porque no es una canción muy cool), pero sin duda lo hice, porque se la pegué a la jefa. Mis compañeros, con cara de risa, llegaron cuando yo ya no iba con ellos en la liebre, a contarme cómo la susodicha la cantaba feliz de la vida mientras iba a buscarlos y a dejarlos cada día. “See?”, me interpelaron alborozados, porque con esto tenían la “evidencia” de que ellos eran solo números y cifras para su persona.

La verdad es que la pobre Sue no podría haber elegido una canción más gráfica. Y como es de una película vieja, mis amigos ni siquiera sabían que existía, sino que pensaban que ella la había inventado sin querer para la ocasión, repitiendo ávidamente “money, money, money”, cual Gollum con “my precious”… como revelando inesperadamente el real contenido de su mente.

Yo me reí, y les expliqué, y entonces ellos se rieron también. No éramos tan graves después de todo. Y luego nos fuimos a reír con la Sue a quien no le dijimos directamente porqué era tan gracioso, pero quien igual cachó porque sospechosa – y atinadamente - dejó de cantarla.
  


43. “Moves Like Jagger”, de Maroon 5 conChristina Aguilera.

Éste un temazo Es embalado y gracioso, y muy feliz de bailar. Básicamente habla – o fanfarronea – de cómo quien la canta tiene “las movidas de Jagger” y así se pega sus buenas performances en las pistas, derrochando estilo. Lo mejor es la patudez del título, quizá, colgándose de la fama de Mick Jagger, y luego presumiendo ostentiblemente con ella.

A la gente le encantaba, y la ponían casi en cada fiesta.

Fue un hit recurrente a lo largode todo el viaje, porque como ya he contado, a los australianos les gustaba repetir las canciones, pero conservo un recuerdo especialmente feliz en Noosa, un lugar muy taquilla cerca de Brisbane, con unas playas preciosas y harto carrete. Con la Anne acabábamos de dejar el campo, y no dábamos más de la emoción de volver a ver gente, y lugares, en donde pasaba más que el mero crecimiento de la fruta. Además, estábamos con la Debbie, otra holandesa, una amiga de Stanthorpe (el campo), con quien viajamos un trayecto. Era nuestra devuelta a la vida, y estábamos muy emocionadas y expectantes. Como si no hubiéramos ni asomado la nariz fuera en años.

Juntas nos producimos y salimos a bailar. Quedamos irreconocibles, y no porque en el campo no nos produjéramos: es que entonces simplemente no era tan efectivo... las ojeras permanentes, los moretones, las manos siempre manchadas – aunque se lavaran – con la recolecta de tomates, el saber que cada hora luego se pagaría al día siguiente, en terreno.

Esa noche las tres simplemente brillamos. Y fuimos a las pistas en gloria y majestad, regresando a un mundo nocturno que habíamos dejado, y lo hicimos con tanto estilo y con tanta presencia. Sin hojas en la ropa, ni zapatos mojados por el barro, ni quemaduras por insolación (bueno, eso sí).

Como Jagger.



44. “Only Girl (In The World)” de Rihanna.

Ésta fue la canción que me recibióen Australia. Estaba muy, pero muy de moda, y me ametrallaron con ella desde elprimer hostal.

Es una canción buena, así que nopasó mucho antes de que me gustara. Era fácil de bailar y tenía mucha pasión. Pero la tocaban tanto que empezó a molestarme y además luego tuve malas experiencias al respecto, como cuando el chileno que me gustaba y estaba pololeando con otra, me contó con tanto amor cómo de feliz era bailándola con ella. Ouch. Mi relación con la canción bajó muchos puntos de rating entonces.

Pero no para siempre. Luego me fui al campo, yen mi primer trabajo, recolectando manzanas, me tocó trabajar a la par de Michael. Michael era un irlandés guapísimo, lleno de músculos y con aire de vikingo, que con su fuerza legendaria no solo trasladaba nuestras bolsas de manzanas en la pega, sino que también abría nuestros tarros apretados en la casa, y llevaba nuestras bolsas en el supermercado. Ese Michael era toda una adquisición.

Y a Michael le encantaba esta canción, y así repetía, “porque me haces sentir como si fuera la única chica del mundo”, una y otra vez en las horas laborales, indiferente de lo contradictorio que era escuchar eso de su masculina persona… mecía con su ritmo esos brazos bronceados que brillaba nbajo el caluroso sol veraniego, y toda su presencia… cada una de las mujeres del grupo detrabajo mirándolo de reojo, y suspirando, y compartiendo con las otras cómplices risillas. Era todo un espectáculo, y nos ponía muy contentas.

Ahora, cada vez que escucho esta canción pienso en Michael, quien se siente como la única chica del mundo. Y me sonrío.


 
45. “Quantum Theory”, de Jarvis Cocker.

Stanthorpe, abril 2011. Mi amiga Elaine se acababa de morir, ahogada en un tour de buceo. La última vez que me había llamado, apenas el día anterior, yo no le había contestado porque estaba amargada. Mi pinche francés me había puesto el gorro, yo lo había pillado infraganti, y aunque yo misma le había contado a la Elaine por mensaje, no quería discutirlo todavía. Así que ahí estaba su llamada tintineando en la pantalla de mi celular, y yo sin tomarla. De haberlo sabido…

Solo tenía 23 años. Recién cumplidos.

Sin embargo, no me siento mal por eso, porque cómo iba a ver venir que ella iba a morirse. Y al mismo tiempo…creo que en algún plano yo sí lo sabía, porque de algún modo curioso ya me había despedido de ella.

La Elaine y yo fuimos roomates en Sydney, durante todo marzo. A finales del mes, yo partí al campo, y poco después ella se fue a la costa este, el viaje típico que yo haría con la Anne un par de meses más adelante. Se suponía que nos veríamos por entonces, y eso comentamos por teléfono la vez anterior, la última, pero cuando llegamos al tema, sentí la inusitada urgencia de darle las gracias. “Why?”, me preguntó ella. “Because you really made a difference for me”,expliqué.

Y era cierto. La había conocido en un momento oscuro. El chileno que tanto había querido no me quería de vuelta, y eso significó una incomodidad que luego significó ser una exiliada de todo el grupo de compatriotas. Y allí estaba yo, sola, y sin muchas conexiones… hasta que la Elaine me tomó bajo su ala, compartió a sus amigos, y me hizo parte de su propia tribu. Y no solo me acogió en su propia vida, sino que me recordó cosas esenciales, como que todo pasa por algún motivo… lo que me permitió recobrar bríos, independiente de si ella me proveía todos esos bienes sociales, lo que igual hizo. Y me hizo reír. Y llorar. Y mirarme a mí misma, cuando nadie me estaba mirando.

Fue muy lindo.

Y todo esto ocurrió de un modo tan natural. Yo nunca tuve que pedírselo, porque simplemente sucedió. Y encontré felicidad en su amistad, y creo que ella también encontró felicidad en la mía.

“Why are you saying goodbye?”, me preguntó angustiada luego de escuchar pacientemente un listado de cada cosa buena que había hecho por mí y mis agradecimientos al respecto. Qué suerte tuve de poder expresarlo. Creo que ella también sabía lo que se venía, porque la conversación había cobrado un tinte muy serio. “I just have to say this”, repliqué, “I know we’ll meet again but meanwhile it’s better not letting things unsaid”. Todavía pienso así. Nos veremos de nuevo, querida.

Cuando me contaron que la Elaine murió, me puse muy triste. Eran días largos recolectando tomates, y yo lloraba mientras los extraía de las plantas, en la privacidad de mi hilera (cada quien trabajaba en una). Y entonces Jarvis. Hablando de la teoría cuántica, y de cómo estamos todos conectados, arrastrando suavemente las palabras con su deliciosa voz. Según la teoría cuántica, el mundo como lo conocemos en realidad no existe. Solo somos energía, no hay tiempo, ni muerte, (ni vida)… todos estamos conectados.

“Somewhere, everybody is happy”, Jarvis cantaba dulcemente.

“Somewhere fish do not have bones”, esa no la entiendo, pero filo.

“Somewhere gravity cannot reach us anymore”, sigue, y luego “somewhere in a parallel dimension, happening now but not within your sight… forces that bind the universe together”.

Y por último y como para rematar “everything is gonna be alright”… "todo está bien", una y otra vez. Eso lo repite muchas veces. Como un mantra. Everything is gonna be alright...

Ese Jarvis es un genio, y me trajo mucho consuelo.



46. “Rien de rien”, de Edith Piaf.

Esta canción es preciosa, y aunque hay unas de la Edith que me gustan más, ésta es la que elijo cuando hay que cantar en público. Es que la letra es más distinguible, entonces siento que chamullo menos.

Cuando conocí a Rom, el francés,lo conocí junto a sus dos amigos. La primera conversación que tuvimos fue en la sala común del hostal de Bondi, Sydney, los tres juntos. Ellos habían llegado esa misma mañana desde Francia, y estarían allí solo dos días, porque después se cambiaban a una casa rodante. Intercambiamos datos y consejos, y entremedio llegó alguien regalando entradas exclusivas para un concierto del grupo MGMT, ese bien popular que canta “Kidz”, y salimos los cuatro beneficiados. 

MGMT es un grupo muy bueno.

Pero, si Romain era chico, sus amigos eran aún menores. Uno de ellos tenía 22, como él, pero el otro tenía…18. Así que al principio no quería relacionarme mucho con ellos, porque aún eraprejuiciosa. Más que prejuicio mismo, me daba miedo que me rechazaran cuando supieran que yo tenía 29. Lo gracioso es que luego supe que a Rom pasaba lo mismo con que él tuviera 22. Muy tontorrones.

Sin embargo y pese a eso, el invite de MGMT era demasiado bueno, así que decidí aceptar la idea de ir todos juntos, y entonces mis tres franceses me fueron a buscar al hostal para salir, como si fuese una cita cuádruple. Fue muy dulce, y estábamos todos nerviosos. Luego, en el trayecto nos perdimos, así que deambulamos por las calles por lo menos una hora.

Como los franchutes tenían un pésimo inglés, la conversación que ya era dificultosa, se puso realmente tensa... hasta que a uno de ellos se le ocurrió cantar. La única canción que se nos ocurrió fue “Rien de Rien”, y así la entonamos, varias veces mientras caminábamos por las calles de Sydney, al principio con cierto nerviosismo, luego con más energía y al final con verdadero espíritu, casi como seres inmortales.

Yo conservo un recuerdo muy feliz al respecto. Es que fue una noche distinta e internacional. Ahí estaba yo compartiendo con tres franceses con los que nunca se me hubiera ocurrido relacionarme en Chile, y pasándolo a todo cachete con eso. La vida me sorprendía. Eso significaba que también podían abrirse posibilidades inesperadas en cualquier parte. Y quizás a ellos les pasaba igual. Todos apenas empezábamos lo que sería Australia.

 "No me arrepiento de nada”, dice la Edith en este tema. Y yo tampoco.



Agrego “Time To Pretend”de MGMT, porque fue la canción del grupo que más cantamos, tanto antes comodespués del concierto. Creo que es mi predilecta de ellos, y además ojo con elsignificado del título “tiempo de fingir”, que es un poco lo que estabahaciendo… omitiéndole a Rom mi edad verdadera jejeje (aunque después se la dije).


47. “Something Stupid”, de la Nicole Kidman con Robbie Williams.

Hay muchas versiones de esta canción, pero a mí la que más me gusta es ésta. Es que, en la original, a la Nancy Sinatra, casi no se le oye la voz. Frente! tiene otra buena, pero en esa es al hombre al que casi no se le oye (y en YouTube de ellos solo hay versiones en vivo muy malas).

Esta canción apareció en mi obsesiva mente para torturar a la Elaine. Sin intención, claro. A ella le gustaba mucho un tipo, con el que después pololeó, pero entonces estaban apenas empezando el flirteo. Y luego de la esperada primera cita, llegó angustiada diciéndome que, aunque lohabían pasado chancho, ella había metido la pata y dicho “something stupid”. Real realmente le gustaba, así que estaba muy amargada, "what do I do now, Maria?", me preguntaba entre llanto y risa. Trabajaban juntos, así que le daba miedo ir a la pega. Por eso la primera cita sehabía demorado tanto en suceder, dicho sea de paso.

Por supuesto, la cosa tonta que dijo no era tal, tanto que ni siquiera me acuerdo de qué era. Solo sufría el efecto importancia que nos pasa cuando alguien nos gusta mucho, pero entonces me contagié con su miedo, y procuré consolarla. Y así se fue esa noche. Entremedio,mi subconsciente maquiavélico ya había tomado el literal de su frase y traído la canción a mi mente, pero con esfuerzo logré mantener el asunto a raya.

Cuando el incidentepasó, ya no fui tan hábil. Es que es una que me gusta mucho, y que es muy pegote, entonces me era especialmente difícil desprenderme de ella. Así que, cadavez que llegaba la Elaine luego de la pega, al mirarla, se me cantaba sola. “Sorry!”, exclamaba entre llanto y risa, y ella con cara de paciencia. “Sorry, sorry!”. Jajaja. Qué odiosa.

Pero a la Elaine también le gustaba. Y una de las veces en que notó que yo había empezado a cantarla, y luego mordido la propia lengua… ella misma procedió a terminar lo comenzado. Y para mi sorpresa, sacó un vozarrón impresionante… unavoz muy profunda, y afinada, y llena de energía, y que sonaba muy fuerte, y que movía cosas adentro.Podría haberse dedicado a eso. Y no lo digo porque la eche de menos: es simplemente cierto.

Siguiendo el ánimo musical,intentamos hacer el dúo pero eso nunca nos funcionó mucho. No nos desafinábamos, pero sí nos íbamos de una voz a la otra, y en especial no podíamos decidir quién haría de hombre y quién de mujer.

Qué recuerdos.



La versión original.


48. “Tan alta que está la luna”, de Quilapayún.

Otra vez el poder de mi subconsciente.En el campo, la luna alta saliendo por las montañas. En las noches era especialmente fácil de ver, en especial en Blue Topaz (parque de casas rodantes),donde nos cortaban la luz a las 9 de la noche. Y esta luna no solo se pavoneaba en el campo, sino que también en la mayoría de Australia, y en toda Nueva Zelanda,donde nunca había mucha gente, entonces había menos contaminación luminística, y mucho más brillo para el astro selenita. Y mi mente ponía de soundtrack, casi cada vez, la canción.

Es una muy linda. Y tiene ese toque andino y folkórico del país donde nací y fui criada.Su ritmo hipnótico, el recuerdo de mi casa, y el saber que mirábamos la misma luna… aunque para ellos fuera día cuando yo la veía, y viceversa.

Suficiente para entrar a mi lista.

miércoles, 4 de enero de 2012

Banda sonora OZ y alrededores, parte 3.

Y llegamos a la mitad del recorrido... ta-ta-tánnn....

25. "Famous Blue Raincoat", de Leonard Cohen.

Esta es de las canciones que tengo pegadas casi del inicio de los tiempos. Y me la pasé cantándola durante casi todo el viaje, sin nada especial que contar al respecto… porque fue solo ese ritmo hipnótico, esa voz firme pero tierna, y esa parte maravillosa – y enigmática – donde dice “my brother, my killer”, ¿qué querías decir con eso, mi querido Leonard?

Leonard Cohen fue mi momento de descanso mental, él y yo compartiendo un momento simbiótico en alguno de esos viajes interminables, esos compuestos de horas de horas tocando el vidrio de la ventana del auto con los deditos y mirando todo lo que se pueda más allá de ellos, soñando, soñando. Cohen canturreando dulcemente en mis oídos, ese ritmo perfecto, como a trompeticones perfectamente coordinados, y en mi interior solo ese espacio de paz.



26. "Ganbare", de Sash!

Sash!, es  otro grupo que termina con signo de exclamación, y que es parte de los que hicieron el primer tecno. En Chile escucharlo provoca que se mofen casi todos mis amigos, pero yo igual no lo he dejado. Es que encuentro que tiene tan buen ritmo, y me encanta el entusiasmo que demuestran. La verdad es que me gusta mucho.

Para mi sorpresa, a los europeos les gusta también. Cuando me pedían el Ipod y se encontraban con ellos quedaban felices. Una amiga incluso comentó una vez como si me descubriera, “Maria, you are a party girl!”, lo que fue especialmente gracioso considerando que en Chile me habrían dicho “you are a non-party girl!”, aunque aquí ya estoy hablando como una amargada, jajaja.

La cosa es que Sash! tiene muchas canciones buenas, como “La primavera”, “Ecuador”, “Stay” o “Encore une Foir" y que suele escribir estas canciones en varios idiomas (“La primavera”, por ejemplo, está en italiano, y el resto de los ejemplos en castellano, inglés y francés), tal vez como para animar el espíritu de fiesta universal, intentando incluirlos a todos.

“Ganbare” está en japonés, y lo elegí como ejemplo de Sash!… por el mero hecho de que me lucí con ella. Es que en el campo de tomates, mi tercera (y más larga) pega en Stanthorpe, éramos puras mujeres, y todas japonesas menos la Anne (holandesa), la Birget (lituana), y yo. Y una tarde en que se había acabado la hora de almuerzo y las niponas se demoraban en retomar, exclamó “Ganbare!” así como por evocar algo, sabiendo solamente que era en su idioma… y causando una carcajada general no solo de sorpresa, sino que también de notoria buena onda. "¿Cómo fue que caché tanto?", me felicité a mí misma. Guau.

Igual yo había imaginado que tenía que ser algo positivo, dado el carrete que promueven los que la eligieron como título, pero pensé que iba a ser algo como “hola guapo”, "qué bueno fiesta", o de esas cosas que a uno le dicen los que no saben castellano y tratan de presumir con ello – como uno. Pero la Manami, mi roomate me explicó después que “ganbare” significa “haz tu mejor esfuerzo” (“do your best”, me dijo ella), así que plink: centro de la diana.

Todo gracias a Sash!



27. “God Only Knows”, de The Beach Boys.

Esta canción siempre me ha encantado. Tiene una melodía muy distinta, cambiante y juguetona, que sorprende un poco y que me gusta mucho reproducir. Además, la letra es muy romántica, aunque si una la escucha con atención dice cosas inesperadas como “si alguna vez me dejas, créeme que voy a seguir adelante”, y luego el contradictorio coro “solo Dios sabe qué haré sin ti”. Yo la canturreo por ciclos desde hace años.

Cuando subí por la costa este con mi amiga Anne, en Airlie Beach, conocí a un alemán, Strom. Electrónico, dulce, grandes músculos, un aire a Scott Speedman, 30 años. Tuvimos cierto flechazo, y compartimos algunos días buenos, en que me llevó a pasear por todos lados en su jeep. Le encantaba la naturaleza, y a mí también, así que los paseos outdoor que hacíamos eran muy power.

Por eso, la Anne se aburrió y partió al norte, Cairns, mientras yo me quedé un poco más, a pedido del germano que quería conocerme mejor (y yo a él). Pero no pasó mucho antes de que se pusiera raro, y de que dijera que necesitaba espacio y cosas del tipo. Aunque igual me gustaba, no me afectó demasiado, porque un romance viajero por definición no es largo, y partí tras de la Anne unos días después, juntándonos en Cairns justo para su cumpleaños. Era lo que habíamos planeado desde un comienzo.

Strom, para nuestra sorpresa, llegó siguiendo mis pasos menos de una semana después. Decía haber cambiado y que quería intentarlo de nuevo.

Pero no estaba listo. Seguía preocupado de que las cosas fuesen muy fuertes. Una noche cualquiera, caminando los dos frente a la costanera marítima, me puse a tararear esta canción, la de los Beach Boys. Era una noche preciosa. Rápidamente Strom se detuvo, pálido y preguntó, con pavor, “are you trying to say me something?”. Yo, un poco confundida, contesté “it’s just a song”. Pero él no me creyó, y volvió a preguntarme, angustiado, “have you fallen for me?”.

Yo le tenía mucho cariño, pero claro que no estaba enamorada de él. Así se lo dije, pero él no me creyó. Parecía tan afectado que hasta yo misma me pregunté si mi subconsciente estaría cantándome esa canción por algún motivo específico y particular. “¿Y si es cierto?” me pregunté entonces, con el mismo pavor compartido. Más terrorífico que enamorarme, era que obviamente no iba a ser un sentimiento bien recibido.

Pero no era así. Y cuando volví a separarme de él, me mantuve cantando la canción. Y unos pocos días después, conocí a Andy, mi favorito (del que no he hablado, lado B), un australiano absolutamente encantador. Y mientras caminábamos en la noche, por la misma playa (yo seguía en Cairns), se me deslizó la misma canción.

“¡Qué hago ahora!”, me pregunté a mí misma cuando pasó. Qué horror. Pensé que Andy iba a salir corriendo en ese preciso momento, como casi hace Strom. Pero se limitó a preguntar “you fancy some pizza?”, y luego a comentar, como para sí mismo, “you do have a nice voice”.



Agrego la versión de Bowie, pequeña joyita bonus track. 



28. “Got Us Falling In Love Again”, de Usher con Pitbull.

Éste era (y tal vez siga siendo) el gran hit de las discoteques australianas. La tocaron en cada dance club al que fui, siempre en lugares donde la gente estaba dando la vida en las pistas de baile y nada menos que eso.

Es una canción muy linda, y tiene una letra de lo más inspiradora. Y cada vez que la escucho es como si mi cuerpo se pusiera a bailar solo.

“Quizá esta noche el DJ nos haga enamorarnos otra vez”, es el coro que se repite y repite. Y todos los tontones saltando al ritmo de esperar que el DJ hiciera de hada madrina, Úrsula de “La sirenita”, o lo que fuera. Todos soñando con ese momento donde la vida cambia para siempre, y soñando en saltarina comunidad.

Así es mucho más fácil esperar.



29. “Hallelujah”, de Rufus Wainwright.

Esta canción es original de Leonard Cohen, pero es de Wainwright la versión que más me gusta. Con su voz rasposa y su intensidad, simplemente parece estar disfrutándolo, en vez de estar dando acertijos musicales – como Cohen – que hacen que uno luego se vaya de cabeza al Google. Es que a Cohen le gusta hablar en clave. Como a Borges. 

Pese al título, esta canción no es religiosa, aunque hay una versión hecha para las iglesias, como pasa aquí en Chile con “The Sounds of Silence”, de Simon and Garfunkel. Y estaba yo en Franz Josef, Nueva Zelanda, sentada (echada) en el sillón de la sala comunitaria, cuando me encontré con esa versión haciendo zapping, y la dejé, presa de la curiosidad… y de la magia que significan las armonías bien hechas. Era un grupo religioso muy meticuloso, de góspel, la mayoría de raza negra. Cantaban muy bien, y tenían una expresión muy seria, casi de éxtasis, y también de mucha importancia.

Algunos amigos se rieron, por el mero hecho de estar viendo una misa televisada, pero Nick, un amigo inglés de 26 años se sentó en el sillón a mi lado. Me dijo “you know the original song isn’t about religion, do you?”. “Yes”, contesté yo, “but haven’t got a clue of what is it about”. “Sex", indicó. Pero tampoco supo explicarme bien ni cómo ni porqué. Así que nos quedamos en silencio, escuchándola.

Fue un momento encantador. 

Para mí, esta canción es una bendición. Sin importar si es la versión original y pagana, o la cristianizada. Con su repetición, adora, y con su profundidad, provoca eso que no sale describir. Es otra de las que me gusta escuchar, tocando los paisajes tras las ventanitas del bus, cuando estoy viajando. 



La versión de Cohen (media lentonga para mi gusto).



Y una de las versiones religiosas que encontré. La intro es media larga, pero es buena. Además, la principal pronuncia muy bien al cantar, entonces se entiende la letra y uno puede hacer comparaciones con la original.




30. “Hasta que te conocí”, de Juan Gabriel.

Byron Bay, Australia, en julio. Adam y yo cocinando frente al mar, con la cocinilla de su casa rodante. Mejor dicho: Adam cocinando, y yo tocando guitarra. Muy mimada.

Adam era (es) un pinche australiano que tuve durante las últimas semanas de mi viaje. Surfista, skater, 28 años, hippie-que-dice-que-no-es-hippie, guapísimo. Matemático y economista, estaba sacando la pedagogía para hacer clases en media, aunque en ese momento estaba en un break vacacional. Y ahí fue que nos conocimos.

En algún momento me aburrí de tocar guitarra, y entonces él me dijo que pusiera algo con mi Ipod, en sus parlantes. Yo decidí tocar algunas canciones latinas, ya que Adam viajó por Sudamérica antes y conoce la cultura y el idioma. Y de pronto me encontré con Juan Gabriel, y a mí me gusta mucho Juan Gabriel. Así que elegí: “Hasta que te conocí”.

La versión que tengo de esa canción (¡que la encontré!) empieza de un modo absolutamente histriónico y como de a pedazos. Es perfecta y llega a parar los pelos. Así que, respetando el espíritu melodramático que tiene, decidí no solo mostrarle la canción, sino que también actuarla, como si yo misma fuera Juan Gabriel… haciendo no solo las partes cantadas, sino que también esas en las que hay silencio y todo el aire parece brillar, en expectación de que Juanga haga algo.

"No me provoques". Directo al corazón.

Y era la noche, y el mar rugía, y yo figuraba haciendo esta performance con fingida seriedad, en mi tenida vacacional y con mi gran gorro de conejo, en plena costanera aussie y mis pasos retumbando en el pavimento al bailar.

Fue toda una actuación. Di la vida en ella. Y me costó, pero logré que Adam dejara la olla y viniera a bailar conmigo, los dos tomados de las manos, como hacen las parejas mayores, y diéramos vueltas, y vueltas y vueltas.

Y vueltas.

Qué noche espectacular.



31. “Hey Mickey”, de Tony Basil.

Esta canción la encuentro un poco cargante, pero igual la tuve pegada durante mucho tiempo, a causa de mi amiga Miki, una colega japonesa en el campo de tomates.

Cuando le pregunté por primera vez su nombre, me dijo “Miki, as the song” (aunque no se escribe igual) y luego me la cantó, a voz en cuello, medio bailando. “Oh, Miki you’re so fine”, le comenté en broma, a lo que ella contestó “yes, I am”, con una sonrisa nipona destructora de montañas.

Lo encontré top. Las japonesas en general no son tan extrovertidas, y esta Miki era un caso. Peleaba con el jefe, y tenía un pololo belga al que siempre retaba porque “he talks too much”, y eso que el belga era un pan de Dios. Daba gracia verlo, cuando una estaba del lado de la gente que ella quería. Si no, miedo.

Yo creo que me duró tanto, porque cada vez que con la Anne hablábamos del campo, la recordábamos y la  canturreábamos de nuevo.



32. “Huasa”, de Felipe Carvallo.

Felipe Carvallo es un amigo que tengo desde hace más de 10 años, y que hoy está casado con una de mis mejores amigas. Es seco para la música y escribe unas canciones bacanes. Pese a su gran talento, solo estudió música un año, antes de hacerse publicista y arquitecto. Yo espero (y acá presiono otra vez, jaja) que eso no lo aleje completamente de las pistas musicales.

Esta canción la bajé de su MySpace y fue parte de mi carpeta “Lalala” durante todo mi viaje. Es que tiene un tono sereno, y habla de cosas chilenas como andar en micro. Y es muy linda.

Escucharla me hacía sentir cerca de Chile y cerca de mi casa, cuando estaba lejos. Además, cuando lo pasaba mal, era otra de esas que me recordaba que no está mal llorar, porque el que canta dice “hoy día en la micro tuve una idea, voy a llorar sin que nadie me vea”, y así sugiere cómo el solo hecho de poder hacerlo pasa a ser un consuelo.

Es que cuando uno lo pasa mal en Chile, cerca de los suyos, uno no puede andar llorando públicamente porque luego tiene que dar explicaciones (fome). Las micros, irónicamente, son un lugar privado en comparación porque uno se encuentra con menos gente allí, y además esa gente no es como que vaya a preguntarle a uno.

Durante mi viaje, yo podría haber llorado en cualquier parte, porque nadie me conocía (en principio) y esa es otra cosa feliz que me recordaba la canción. Pero la verdad es que pocas veces tuve la necesidad de hacerlo.



33. “I Am A Passenger”, de Iggy Pop.

Esta canción es un TEMAZO. Una de las cosas más alegres, melódicas, rítmicas y estimulantes que he oído. En ella prácticamente lo único que pasa es que Iggy Pop cuenta que es “a passenger” y que “I ride and I ride”, apoyado por unos “lala lala lálalala” del coro, que vocaliza el guapísimo de David Bowie (lo amo), y que ayudan a dibujar el vértigo y la felicidad del viaje.

Para mí, esta canción habla de lo que es ser un pasajero en la vida. Todos estamos en ella, y eso significa carrusel: cosas buenas, cosas malas, cambios, cambios, cambios: vida. Vida que nos está pasando a todos, aunque a veces no lo parezca. 

Aparte, por la semántica me recuerda a un chiste que leí en internet que dice que, cuando uno se muera, uno debiera llegar todo carreteado al cielo exclamando “What a ride!” (está en inglés el chiste, y no hay traducción exacta), así que también pura inspiración.

Cuando me pasan cosas buenas esta canción me hace reír, y cuando me pasan cosas malas, me hace tomarlo como algo natural. Siempre me recuerda que soy una humilde pero importante parte del engranaje actual, y que soy parte del juego: que estoy aquí. Eso me hace sentir agradecida y orgullosa a la vez. Me emociona. Sigo en pie, queridos, y nuevas cosas van a pasar. Y estoy feliz de compartir esta existencia con ustedes.

En Australia me pasaron millones de cosas, así que fue especialmente alegre escucharla, tanto arriba como abajo de la montaña rusa.



What a ride! (el chiste) (de serlo).



34. “I Don’t Believe In The Sun”, de The Magnetic Fields.

Esta canción es terrible. Habla de un tipo que perdió a su amor, entonces ya no cree en el sol, porque ya “no brilla para él” cuando "sigue brillando sobre todos los demás". Dice cosas tan tristes y tan lindas como que “since you’ve gone away it’s nightime all day… and it’s usually raining too” (aw), y remata con la idea de que deberían hacerle una revisión a la astronomía, porque además del sol, “the moon to whom the poets croon has given up and died”. Una tragedia.

Pero una tragedia linda, porque es tan dulce cómo este tipo es capaz de expresar que se le cayó el universo cuando se le fue este amor, que llega a ser un dolor bonito y que además el extremismo hasta hace tragicómico, entonces uno puede reírse un poco de ello (incluso cuando a uno mismo le está pasando). Toda la lírica es preciosa y muy gráfica, y además la acompaña una melodía suave y acariciante, que a mí me gusta mucho reproducir. Es tan así para mí, que esta canción es otra de esas que tengo pegadas desde el inicio de los tiempos, por lo que pueden imaginar que en el viaje la tarareé bastante, en especial en momentos de extremo relajo o descuido, ya que igual evito cantarla frente a la gente (la letra es demasiado amargada y no quiero ser aguafiestas) (ni mostrar la hilacha cuando la gente me pregunte porqué me he visto atraída a una canción de contenido tan dramático).

En Stanthorpe fue una de esas ocasiones en que la dejé salir. En mi segundo trabajo, me tocó recolectar manzanas, junto a la Anja, mi compañera de equipo. Las tardes eran interminables, y la canción en cierto modo me consolaba, así que le di y le di. A la Anja le encantó y quiso aprendérsela, aunque se puso un poco triste cuando se fijó en la letra. Luego, esto dio cabida a compartir canciones, y así ella me enseñó una africana que aprendió cuando se fue de misiones a Kenia, mientras que yo le enseñé la “Señora Santana", porque estaba en castellano y ella quería saber más del idioma, y después ella una alemana sobre un perrito.

A pesar de que con la Anja luego tuvimos conflictos personales, la canción de Magnetic ya no solo me recuerda al dolor de ese pobre hombre, sino que también a un sembrado de manzanos, y a un otoño amable y silvestre en donde el sol me encontró manoseando la fruta y compartiendo melodías internacionales.



35. “I Will Survive”, de la Gloria Gaynor.

Típica del karaoke, la verdad es que solo viene a mi mente cuando llega la hora de cantarla, porque queda justo en mi tono y me sale bien. Tengo muchos recuerdos con ella, porque la he elegido varias veces en estos karaokes, a lo largo de mi ya-no-tan-corta vida. También me gusta bailarla de cuando en vez.

Uno de mis recuerdos favoritos al respecto fue en Cairns, a finales de junio. La Anne y yo habíamos terminado el mochileo y ella se iba a ir a trabajar a una isla paradisíaca, de barwoman, por 3 meses, mientras yo me iba a Nueva Zelanda y eventualmente a Chile. Habíamos tenido un viaje excelente juntas, compartido muchas cosas, y aunque era rico habernos conocido, era triste haberse hecho tan cercanas una de la otra, viviendo tan lejos (ella es holandesa). A las dos nos daba pena despedirnos, así que nos evitamos desde que decidimos separar rumbos, muy nerds, pese a que faltaban un par de días todavía para eso.

Pero llegó la última noche y, por supuesto, decidimos ser valientes y carretearla de todas formas. Incluimos a la Amy, una kiwi de 35 que estaba en el hostal, y fuimos a comer a un lugar fancy y de ahí a partuzear… pero entremedio la Anne insistió en que fuéramos a un karaoke, porque sabía que a mí me encantaba, y que no siempre encontraba pacientes partners para acompañarme. Y así lo hicimos.

Así lo hicimos, y yo canté “I Will Survive”, y la Anne voceaba y aplaudía como si fuera una groupie loca siguiéndome a través de los océanos. La Amy, que no estaba demasiado motivada con esa parte de la noche, por amistad se unió a ella, pero luego con toda razón le dio vergüenza, y piolamente huyó al bar. Entonces y sin siquiera sombra de querer retroceder... la Anne sacó a bailar a un aborigen, de unos 80 años, y ambos hicieron una especie de cumbia hasta que yo terminé, decorando mi performance con improvisada coreografía.

Fue de las cosas más lindas que alguien haya hecho por mí. 

Y tal vez por el viejo. El viejo estaba feliz.



36. “Intergalactic”, de los Beastie Boys.

Los Beastie Boys son ideales para expresar emociones contenidas. Se mueven con precisión, y con cierta violencia, y cuando los escucho soy capaz de echar afuera sentimientos reprimidos y rabia que a veces ni sé qué tengo.

Me encanta escucharlos cuando voy a caminar. Y la canción que más me gusta de ellos podría ser “Whatcha Want”, pero elegí “Intergalactic” porque su título significa algo así como “entre galaxias”, y yo no estaba entre galaxias, pero sí entre países y continentes, moviéndome y mirando. Así que fue de mis preferidas durante el viaje.