Ahora que Chris al fin se fue y que mi sentido del olfato resucitó, resulta que me acuerdo de él y me da pena. Es que mientras estuvo aquí no hizo más que dormir, rascarse y comer Snickers. Era como si hubiera venido aquí a echarse y morir, como algún anónimo animal herido. Fue tan evidente que por momentos despertó mi instinto maternal, y entonces me encontraba a mí misma fantaseando con cosas insólitas como llevarlo al doctor, cocinarle cosas sanas y lavarle la ropa… pero luego el constante rascarse y el santo hálito me desalentaron, en cada uno de esos ramalazos, y además, mi otro roomate, Darren, le tenía miedo.
Así es, jaja, un tipo grande y peludo, aterrado, de otro que parecía en estado de coma. Fue tanto así, que si uno (Chris) dormía, el otro (Darren) ni se atrevía a prender la luz (y Chris dormía todo el día, por lo que deducimos que eso significa vivir a horario de luz solar). La verdad es que fue un poco dulce. Supongo que las personas (inclúyome) nunca crecemos. Darren me confesó su realidad como a la cuarta vez en que me lo encontré sentado en el sillón afuera de la pieza, con ojos de perro abandonado, y hasta él mismo encontró que ya no pasaba piola. Admitió que me esperaba para entrar porque “he´s so scary”, jaja, con una adorable cara de vergüenza, digna de comerciales. Así que al final me incliné hacia él, quien solicitó primero mis labores maternales, y es que eso es lo que pasa con los hombres… si una es la única mujer alrededor (y sigo sin saber porqué es así aquí) es inevitable querer cuidarlos. Supongo que a ellos también les pasa con las mujeres, a su modo (o quizás a todos con la gente, en general). Pero el tema fue que elegí a Darren por sobre Chris, y que ahora Chris debe estar comiendo chocolates y muriendo en otra cama, si no en el suelo, y un poco pesa sobre mí.
Bueno, la verdad es que tampoco es culpa mía. Igual cumplí con no haberlo acusado a los administradores (sospecho que lo echaron del hostal anterior) (venía de otro hostal aquí mismo, en Cairns), y con convencer a Darren de que tampoco lo hiciera (aunque no sé si se habría atrevido, jaja). Ojalá que esté bien. Además, le debo mi amistad con Darren, dado que para evitarlo éste hizo cosas como acompañarme al súper, o a dejar postales, y eso nos llevó a toda clase de conversaciones. La más reveladora podría ser la que tuvimos sobre sus verdaderos motivos para viajar… y es que sacó las millas de un viaje que iba a hacer con su novia a Japón, con la que al final no se casó (no sé porqué). Cuando me lo contó se le llenaron los ojos de lágrimas, mientras sonreía, tratando de hacerlo aparecer como una bendición, en vez de cómo la tragedia que para él es, y fue ATROZ, así que yo en vez de venirle con el discurso mamón de “todo es por algo”, “encontrarás alguien que te apreciará más”, o “ella no te convenía”, le contesté “oh! how awful!”, mientras me reía, y lloraba también. Luego agregué que Japón era una lata, y además carísimo, que era típico de la gente que se creía cool, pero que en verdad no lo era, y que yo había ido, y que por eso sabía que no valía la pena, jaja… aunque, claro, no es realmente cierto. Sí he estado en Tokio, pero solo en el aeropuerto, y haciendo una escala, jajaja… y no tengo idea de si lo que digo es verdad, pero a la vez no me importa en lo más mínimo. Habría dicho que estaba poblada por vikingos salvajes, de ser necesario, si hubiera ayudado a endulzar el trago amargo de ese hombre.
Más allá de Darren mismo, y viéndolo en perspectiva, todas estas situaciones me confirman que lo mejor para mí es estar en un hostal, porque así me veo obligada a interactuar, y es que aunque sea dicharachera, también soy tímida, y a veces simplemente arisca… pero como aquí tengo que hacer cosas como compartir pieza, o como bajar al bar (para así recibir mi comida gratis), veo otros rostros humanos, y ahí es cuando la situación me engancha. ¿Y por qué? Por la curiosidad. Sola, puedo estar en paz, y muy tranquila… pero si me sientan cerca de alguien más, me inunda una curiosidad espantosa. Tengo que saber, saber, saber. No sé porqué. A veces hasta yo misma me canso, porque puedo estar agotada y aún así no poder evitar el chorrear de preguntas. Pero gracias a Dios a la gente le gusta hablar de sí misma, y entonces en general es llevadero. Lo curioso es que eso me pasa con la gente que no conozco… porque cuando sí lo hago, me parece invasivo preguntar, jaja.
Igual en estos días no solo he conversado con gente. También fui al casino,(pero a mirar) (no de amargada, a mí no me gustan mucho los casinos), y a un zoológico que está en el techo, y a una playa llamada Palm Crove, en micro. Pero aún no tengo el lindo tono bronceado que quería (ni he chapoteado como Dios manda), porque llueve y llueve, aunque al lado de Brisbane, que literalmente está inundándose, es muy piola. Allí (también en Australia), diluvia, y con grandes repercusiones (en especial considerando que solo estamos a principios de la temporada pluvial), y la gente del hostal se sienta horrorizada a ver las noticias de eso en la tele. Yo, aunque lo lamento, no estoy realmente impresionada (excepto por ti y tu familia, Cake, qué fome estar allí). Me cuesta distinguir entre esas llovidas y las que hay, cada año, en Chile. Para mí son incluso algo folklórico, pero como ellos se la sufren, yo los acompaño, y me siento en el sillón a su lado, exclamando al unísono.
Ése es otro de mis puntos sociales, el lobby general, donde me preguntan de dónde soy, y luego me cuentan lo que saben de Chile. Me da tanta ternura la imagen que tienen del país. Aunque muchos cometen el error de preguntarme si hablamos portugués, y otros tantos caen en el comentario jote (latino, al menos), de “estás guapo” (jaja), todos saben del terremoto y absolutamente todos saben del rescate de los mineros (muchos hasta me han contado cómo fue cuando lo vieron en directo), y eso emociona bastante… aunque pasé un poco de miedo cuando, hace como una semana, un roomate llegó gritando que había habido terremoto allí, “HOW MANY GRADES WAS IT?!”, vociferé medio en shock, “7!”, contestó con cara de compasión y de espanto (fue muy tierno)… ahhhh, qué ALIVIO, ¿cierto?…, y es que 7 grados, todos lo sabemos, no es tanto en Chile... aunque si hubiera un terremoto aquí, me muero. A veces despierto en medio de la noche por el retumbar del bar, y creo que es uno de los temblorcillos típicos de Chile (soy muy sensible a ellos), pero cuando recuerdo que estoy en Australia y que no estamos demasiado cerca de ninguna placa tectónica (creo), ¡pienso que si hay un movimiento telúrico puede ser realmente el fin del mundo, y entonces me da mucho chusto! Hasta que me acuerdo que en este hostal hay fiesta cada noche, y que el pum-pum es amistosillo, y que me va a buscar aún si no llego… Con mis roomates hasta sospechamos que es un modo de instar a que consuman más en copete y carrete, porque muchos no pueden dormir y se ven obligados a bajar, jaja… aunque no yo, claro, a mí podría pasarme un estampida de elefantes al lado cuando duermo, y nada, lo que es una bendición, he de decir. Especialmente cuando uno viaja. Ni siquiera tengo una fijación especial por mi cama santiaguina, aunque es rica. Me da lo mismo dónde y cómo duermo, lo que a veces me pone en problemas (una vez me quedé dormida de guata y con la boca abierta en el jardín de entrada de mi universidad, por el que todo el mundo pasa, y el que más encima es enano) (no pasé piola).
En los días a por venir, estaré más activa, así que probablemente ciberdivague menos. Mis papás me dijeron que dejara de lloriquear con la plata, y que me fuera a la selva (a la que debí haber ido con los irish), y también que fuera al súper y me comprara un enorme pedazo de jamón, jajaja… es que me estoy alimentando de leche, cereales y frutas (y de cosas que la gente me regala). Antes también estaba alimentándome de mantequilla de maní, pero la última marca que compré me salió demasiado buena y me la estaba comiendo a una velocidad supersónica, por lo que en un sumo acto de heroicismo y osadía decidí regalarla. Así que, ¡me voy a la selva, y luego a mis dos paseos a la barrera de corales!, y luego me voy a Sydney, ¡todo en una semana!, y voy a comer mucho jamón también.
Como último break informativo, puedo contar que ahora estoy en la pieza, que otra vez ha sufrido cambio de habitantes (y otra vez todos son hombres) (admito que echo de menos a las mujeres). Hubo un taiwanés, Ming, que me decía “Malía” (aquí me llamo María, es más fácil), pero fue flash porque huyó ante la situación Chris (y ni siquiera le importó perder el pago, para que vean lo desesperado que estaba), y luego hoy llegaron tres ingleses, todos pilotos (de guerras, qué nervios, que más encima negocian con los árabes, me dijeron), que deben tener más o menos mi edad (quizá un poco mayores) y que ahora mismo me están invitando vino blanco, en bolsa. Me gritan desde adentro (estoy en el balcón) y entre ellos veo a Darren que está fascinado con los nuevos partners, y quien les habla de “yo, mate”, y casi siento una ternura maternal (heavy yo). Como llevo una semana aquí, hoy toca full monty amateur otra vez, pero ellos se resisten a ir porque “they don´t care about nude men” (as if I care about wet-t-shirt women), así que quizás vayamos a otro lugar. Son amables y limpios (jaja), por lo que quizás vaya… aunque admito que sueño con un día tener la pieza solo para mí, y pasar horas mirando el techo con la boca abierta, y hacer nada. Más que “impossible is nothing”, estoy viviendo la experiencia de “impossible is doing nothing”.
Pero sí, por ahora igual me encanta.
Bueno, la verdad es que tampoco es culpa mía. Igual cumplí con no haberlo acusado a los administradores (sospecho que lo echaron del hostal anterior) (venía de otro hostal aquí mismo, en Cairns), y con convencer a Darren de que tampoco lo hiciera (aunque no sé si se habría atrevido, jaja). Ojalá que esté bien. Además, le debo mi amistad con Darren, dado que para evitarlo éste hizo cosas como acompañarme al súper, o a dejar postales, y eso nos llevó a toda clase de conversaciones. La más reveladora podría ser la que tuvimos sobre sus verdaderos motivos para viajar… y es que sacó las millas de un viaje que iba a hacer con su novia a Japón, con la que al final no se casó (no sé porqué). Cuando me lo contó se le llenaron los ojos de lágrimas, mientras sonreía, tratando de hacerlo aparecer como una bendición, en vez de cómo la tragedia que para él es, y fue ATROZ, así que yo en vez de venirle con el discurso mamón de “todo es por algo”, “encontrarás alguien que te apreciará más”, o “ella no te convenía”, le contesté “oh! how awful!”, mientras me reía, y lloraba también. Luego agregué que Japón era una lata, y además carísimo, que era típico de la gente que se creía cool, pero que en verdad no lo era, y que yo había ido, y que por eso sabía que no valía la pena, jaja… aunque, claro, no es realmente cierto. Sí he estado en Tokio, pero solo en el aeropuerto, y haciendo una escala, jajaja… y no tengo idea de si lo que digo es verdad, pero a la vez no me importa en lo más mínimo. Habría dicho que estaba poblada por vikingos salvajes, de ser necesario, si hubiera ayudado a endulzar el trago amargo de ese hombre.
Más allá de Darren mismo, y viéndolo en perspectiva, todas estas situaciones me confirman que lo mejor para mí es estar en un hostal, porque así me veo obligada a interactuar, y es que aunque sea dicharachera, también soy tímida, y a veces simplemente arisca… pero como aquí tengo que hacer cosas como compartir pieza, o como bajar al bar (para así recibir mi comida gratis), veo otros rostros humanos, y ahí es cuando la situación me engancha. ¿Y por qué? Por la curiosidad. Sola, puedo estar en paz, y muy tranquila… pero si me sientan cerca de alguien más, me inunda una curiosidad espantosa. Tengo que saber, saber, saber. No sé porqué. A veces hasta yo misma me canso, porque puedo estar agotada y aún así no poder evitar el chorrear de preguntas. Pero gracias a Dios a la gente le gusta hablar de sí misma, y entonces en general es llevadero. Lo curioso es que eso me pasa con la gente que no conozco… porque cuando sí lo hago, me parece invasivo preguntar, jaja.
Igual en estos días no solo he conversado con gente. También fui al casino,(pero a mirar) (no de amargada, a mí no me gustan mucho los casinos), y a un zoológico que está en el techo, y a una playa llamada Palm Crove, en micro. Pero aún no tengo el lindo tono bronceado que quería (ni he chapoteado como Dios manda), porque llueve y llueve, aunque al lado de Brisbane, que literalmente está inundándose, es muy piola. Allí (también en Australia), diluvia, y con grandes repercusiones (en especial considerando que solo estamos a principios de la temporada pluvial), y la gente del hostal se sienta horrorizada a ver las noticias de eso en la tele. Yo, aunque lo lamento, no estoy realmente impresionada (excepto por ti y tu familia, Cake, qué fome estar allí). Me cuesta distinguir entre esas llovidas y las que hay, cada año, en Chile. Para mí son incluso algo folklórico, pero como ellos se la sufren, yo los acompaño, y me siento en el sillón a su lado, exclamando al unísono.
Ése es otro de mis puntos sociales, el lobby general, donde me preguntan de dónde soy, y luego me cuentan lo que saben de Chile. Me da tanta ternura la imagen que tienen del país. Aunque muchos cometen el error de preguntarme si hablamos portugués, y otros tantos caen en el comentario jote (latino, al menos), de “estás guapo” (jaja), todos saben del terremoto y absolutamente todos saben del rescate de los mineros (muchos hasta me han contado cómo fue cuando lo vieron en directo), y eso emociona bastante… aunque pasé un poco de miedo cuando, hace como una semana, un roomate llegó gritando que había habido terremoto allí, “HOW MANY GRADES WAS IT?!”, vociferé medio en shock, “7!”, contestó con cara de compasión y de espanto (fue muy tierno)… ahhhh, qué ALIVIO, ¿cierto?…, y es que 7 grados, todos lo sabemos, no es tanto en Chile... aunque si hubiera un terremoto aquí, me muero. A veces despierto en medio de la noche por el retumbar del bar, y creo que es uno de los temblorcillos típicos de Chile (soy muy sensible a ellos), pero cuando recuerdo que estoy en Australia y que no estamos demasiado cerca de ninguna placa tectónica (creo), ¡pienso que si hay un movimiento telúrico puede ser realmente el fin del mundo, y entonces me da mucho chusto! Hasta que me acuerdo que en este hostal hay fiesta cada noche, y que el pum-pum es amistosillo, y que me va a buscar aún si no llego… Con mis roomates hasta sospechamos que es un modo de instar a que consuman más en copete y carrete, porque muchos no pueden dormir y se ven obligados a bajar, jaja… aunque no yo, claro, a mí podría pasarme un estampida de elefantes al lado cuando duermo, y nada, lo que es una bendición, he de decir. Especialmente cuando uno viaja. Ni siquiera tengo una fijación especial por mi cama santiaguina, aunque es rica. Me da lo mismo dónde y cómo duermo, lo que a veces me pone en problemas (una vez me quedé dormida de guata y con la boca abierta en el jardín de entrada de mi universidad, por el que todo el mundo pasa, y el que más encima es enano) (no pasé piola).
En los días a por venir, estaré más activa, así que probablemente ciberdivague menos. Mis papás me dijeron que dejara de lloriquear con la plata, y que me fuera a la selva (a la que debí haber ido con los irish), y también que fuera al súper y me comprara un enorme pedazo de jamón, jajaja… es que me estoy alimentando de leche, cereales y frutas (y de cosas que la gente me regala). Antes también estaba alimentándome de mantequilla de maní, pero la última marca que compré me salió demasiado buena y me la estaba comiendo a una velocidad supersónica, por lo que en un sumo acto de heroicismo y osadía decidí regalarla. Así que, ¡me voy a la selva, y luego a mis dos paseos a la barrera de corales!, y luego me voy a Sydney, ¡todo en una semana!, y voy a comer mucho jamón también.
Como último break informativo, puedo contar que ahora estoy en la pieza, que otra vez ha sufrido cambio de habitantes (y otra vez todos son hombres) (admito que echo de menos a las mujeres). Hubo un taiwanés, Ming, que me decía “Malía” (aquí me llamo María, es más fácil), pero fue flash porque huyó ante la situación Chris (y ni siquiera le importó perder el pago, para que vean lo desesperado que estaba), y luego hoy llegaron tres ingleses, todos pilotos (de guerras, qué nervios, que más encima negocian con los árabes, me dijeron), que deben tener más o menos mi edad (quizá un poco mayores) y que ahora mismo me están invitando vino blanco, en bolsa. Me gritan desde adentro (estoy en el balcón) y entre ellos veo a Darren que está fascinado con los nuevos partners, y quien les habla de “yo, mate”, y casi siento una ternura maternal (heavy yo). Como llevo una semana aquí, hoy toca full monty amateur otra vez, pero ellos se resisten a ir porque “they don´t care about nude men” (as if I care about wet-t-shirt women), así que quizás vayamos a otro lugar. Son amables y limpios (jaja), por lo que quizás vaya… aunque admito que sueño con un día tener la pieza solo para mí, y pasar horas mirando el techo con la boca abierta, y hacer nada. Más que “impossible is nothing”, estoy viviendo la experiencia de “impossible is doing nothing”.
Pero sí, por ahora igual me encanta.
Palm Crove.
Una red para que las medusas no nos piquen (¿esas son los jellyfish?).
A la gente le gusta pescar aquí.
Una señora eligiendo cebo con el retoño.
Y después se impresionan de que la gente le tenga mala a los gatos sin motivo alguno, ¿qué onda esta publicidad? ¿ven al perrito, todo derecho y angelical, mientras el gato tiene unos ojos satánicos, la espalda arqueada, la cola elevada, y además una carencia de dos patas? Heavy.
Casas rodantes.
Amistad interracial (que no he visto demasiado acá).
¡Mi primer almuerzo afuera! Especial del día, sandwichazo.
Mi mantequilla de maní abandonada como una guagua en su canastito, en el refri comunitario (yo tengo uno chiquiturri en mi pieza) (porque se comen las cosas, jaja).
La piscina del hostal, con gozadores incluidos, vista desde mi balcón.
La hacendosa... TODA mi ropa lavada con mis lindas manitos.
7 comentarios:
Pero Maria Pacita que linda se vesu ropita lavada con sus manitas!!! Bueno tu relato incluso a mi me dio ternura Darren.
Mary Peace!
Al final pude leerlo completo y sentirme viajadorazo tb.. No sabía que estabas redactando tu experiencia.. brbrbrbrbárbaro..
Y el cartel del gato es porque ESOS gatos no son bienvenidos, en cambio los buena onda que conocemos, sí.. (aunque eso implicaría que los perros malvados de 2 patas tb serían bienvenidos..)
Un abrazo grande!
Curro.
Olá. Pensei que te havia perdido de vistas. E, súbito, que te encontrei aqui ... na Austrália. O tempo faz tua escrita diferente mas inteira e fina. Abraço.
Lo mas impresionante de todo es...
LA ROPITA!!!!, quien se lo creeria, jajaja, besos
Es bacán eso de conocer a muchos otros en proceso de huida y/o exploración al quedarse uno en un hostel. Yo he estado unas tres veces no más en ellos y nunca más de cuatro o cinco días creo. Todo piola, pero como somos medios jodidos por acá, creo que más tiempo me harían empezar a freakear si me aparecieran roomates mega-comedores de sneakers como el que te tocó.
Cuando llegué a la ciudad donde vivo, arrendé una pieza en un depto. Mis roomates todo bien hasta que se volvieron locos. Literalmente. Con mega escándalos, policía para la primera, y un par de meses después bomberos para el otro. Y hospital para ambos. Cuático. Arranqué del ahí. Capaz que la casa estaba poseída y yo era el siguiente en enloquecer.
Al fin leo este post que me faltaba! Gracias x tu preocupacion x mi y las floods!
Hablemos x mail esta semana... Sigue escribiendo!
Gracias por sus comments! Y esos gatos malvados, Curro, jajajaja... cierto que los pintaron como los Aristogatos?
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