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miércoles, 11 de enero de 2012

Banda sonora OZ y alrededores, parte 4.

¡Y la penúltima entrega!

37. “Jeanny”, de Falco.

Ésta me encanta. Tiene drama, y gente que habla, y hasta aparece la policía… toda esa parafernalia que pone “on” el click de mi lado telenovelesco. Además, el cantante tiene una voz muy afinada, y apasionada, y precisa, que me intrigaba en las cosas que decía. Cuando grita hasta me dan ganas de llorar (todavía), pero entonces no sabía si insultaba a la mujer de la canción, o si insultaba a Dios porque se moría (¿se moría?), y todo era muy confuso.

Es que, aunque me gusta la canción, no la entendía. No la entendía porque está en alemán y en mi esperanza de hacerlo se la mostré a casi todos los que conocí... pero ninguno se dio la lata de explicarme, y eso que fueron varios. Además, lo que yo consideraba un hit, a ellos les parecía algo prehistórico.

Hasta Auckland, Nueva Zelanda. Cuando tenía que irme de allí hacia Australia, me quedé varada unos días, por culpa del Puyehue y de su nube volcánica, y allí me tocó compartir pieza con un germano medio hipster y as de la computación, y apenas pude le pregunté.

No sé si fue buena idea, hacerlo, porque resulta que la canción trata de un hombre que rapta a una mujer menor de la que está enamorado, y parece que al final la mata para que nadie más se quede con ella (o se suicida, no me quedó muy claro)… la ansiedad de su voz no una pasión maravillosa, sino que la aflicción de un hombre enfermo. Además, mi amigo me contó que Falco mismo era bien polémico, que murió en un accidente de tránsito, que tenía una hija no reconocida, blablablá. Chismoso el alemán, para la felicidad de su servidora.

Pero la canción no dejó de brillar para mí luego de eso. No era que el cantautor fuese el hombre enfermo, sino que solo describía a uno, como hace Eminem en “Stan”, otro hit. Y lo describía muy bien (creo yo).

Escucharla hoy me gusta no solo por la pasión ya descrita, sino que también porque me recuerda a todos los alemanes que conocí, y a los sutiles matices de su acento. Es que, además de Falco, mi único referente del idioma era Hitler, Hitler gritando en sus discursos políticos, Hitler con la voz contenida y cuidadosamente dirigida hacia un objetivo... no como les pasa a las personas reales, espontáneas, que inevitablemente tienen destellos de sensibilidad y hasta de fragilidad en sus palabras. No como le pasa a Falco, aunque se vuelva loco en la canción. No como le pasa a la gente a la que conocí.

Falco me acerca a ellos.



¡Oh! Acabo de ver el video, ¡qué buen video! Me llegó a doler el corazón. La verdad es que si lo hubiera mirado antes, habría cachado todo el mote, jaja.

Y aquí el hit de "Stan", para los curiosillos. Eminem (y la Dido).



38. “Knockin’ On Heaven’s Door”, de Bob Dylan.

Esta canción es una preciosura. Es perfecta. Tiene humildad, y tiene simbolismo, y hasta una semejanza a Beethoven con su “knock-knock-knocking” imitador de golpes. Mientras Beethoven simula a la muerte tocando a su puerta, Dylan replica el sonido que haría él mismo tocando las puertas del cielo.

Es una obra de arte.

Antes me gustaban más las versiones de Guns and Roses, y de la Avril Lavigne, pero en Australia tuve una obsesión con este hit, así que busqué aún más, y en ello encontré la original. Bob Dylan. La mejor de las que hay disponibles.

Este enamoramiento musical me pasó en Cairns. El primer Cairns, al principio del viaje, enero, llegando a Australia. Estaba apenas organizándome, así que iba harto al McDonalds frente a la playa, para usar el wifi gratis y agilizar procesos. Y afuera del local un señor mayor, de unos 80 años, tocaba la guitarra y cantaba, cada noche.

El señor era buen cantante, y a mí me gustaba… pero un día fue como si hubiera quebrado las entrañas mismas del universo. Sin previo aviso, se pegó una versión de esta canción tan, tan impresionante, tan poderosa y a la vez tan desnuda… que me hizo sentir como si nunca hubiera escuchado música antes en la vida: Fue como si él mismo estuviera tocando al cielo, y una tuviera la perturbadora pero maravillosa oportunidad de presenciarlo.

Qué voz espectacular y qué sentimiento. Todos los demás también lo miraron. Fue como si se hubiera detenido el tiempo. En ese momento, no hubo nada más importante.

...

La versión de Dylan es buena, sí, pero mi favorita es la de ese señor. Lástima que no la tenga.




Los Guns.



La Avril Lavigne.



39 “Love Is Gonna Get You”, de la Macy Gray.

Esta canción era el tema principal de una serie que hizo la Alicia Silverstone, “Miss Match”, el 2003.En ella era una especie de Emma moderna, emparejando a todo el mundo y ella sola. Por supuesto, tal como el título lo dice, el amor estaba por “atraparla” (aunque no sé si alcanzó a pasar, porque al final la serie duró solo una temporada), y así la Alicia salía toda inocente y a punto de ser descubierta, el espectador sabiendo que el momento llegaría, aunque ella ni siquiera se atreviese a soñar con ello (es poco cool admitir que uno lo hace).

Yo encontraba a la canciónempalagosa y obvia, aunque igual la tenía, para escuchar a veces. Hasta que undía, en las primeras semanas de Australia, me salió en el aleatorio.

Y entonces me encantó. Me encantó, porque pese a que hace tiempo que estaba sola, y a que no había ni un moro en la costa… tuve la certeza de que algo iba a pasar, algo emocionante y nuevo. Y así la escuchaba por las calles, feliz en mis caminatas nocturnas, como preparándome a ello, diciéndome que tendría que venir…

Es que si la Macy Grey tenía razón no importaba – no importaba – cómo se veía el panorama, ni donde estuviera yo en el momento. Iba a tener que pasar. Era el destino. Me seguiría adonde yo fuera.

Y yo tenía derecho a soñar conello.

Toda esa onda feliz, me causó cierta expectación y alegría a la vez, y creo que me trajo mucha suerte. Tal vez sea cierto que, antes de recibir a alguien en la vida, uno tiene que tener el corazón abierto.

Y aunque aún no ha llegado el gran amor, desde entonces sí he podido tener unas experiencias muy alegres.



40.  “Maria”, de la película “West Side Story”.

Sí, a mí también me cantaron. Era fácil hacerlo, porque en Australia reduje mi nombre, María Paz, a solo María– más fácil – y hay muchas tonadas con él.

La que casi siempre escogieron para mí, fue la “Maria Maria” de Santana. Pero a mí ésa no me gusta,por lo que mañoseaba al respecto. Era especialmente tragicómico debido a que,en un viaje como ese, uno conoce a gente todos los días, lo que significa que pasé meses escuchándola reiterativamente. Lo peor era la cara de amor y amistad con la que me la dedicaban, a veces hasta bailándomela, por lo que no era lindo demostrar rechazo. Tortura.

Supongo que fue una especie de karma, por todas las veces en que se me pegaron canciones que a la otra gente no les gustaba, y que aún así no podía evitar cantar, jeje. Sabía que ellos actuaban de tan buena fe como yo, buscando complicidad y acercando mundos, siendo torpes e inocentes, y por eso en general me mordí la lengua… pero admito que cada vez me molestaba más, y que terminé odiando la cancioncita.

Es que me persiguió durante meses.

Sin embargo, afortunadamente no todos escogieron la de Santana. Varios se fueron con la de “West Side Story”, que irónicamente viene a ser la inspiración para la primera. Y unos pocos, la de“La novicia rebelde”, “How do you solve a problem like Maria?”, en la que hablan de la Julie Andrews y de cómo está loca, y de cómo así – o sobretodo así– luego se queda con el minazo del capitán Von Trapp. Suertuda.

Hoy todas esas canciones me recuerdan a buenos momentos… aunque la de Santana me gusta solo conceptualmente, porque todavía me irrita escucharla (admítolo). De todas formas, la voy a poner de bonus, para saciar sus curiosidades. Si prometen no cantármela…

La de West Side Story (mi ganadora).



"How Do You Solve A Problem Like Maria?", de "La novicia rebelde". Lamentablemente, esta no es la versión que quería poner, sino la que cantan en la iglesia cuando se casa (es que ésa no está). Es simpática pero cierta comentarista del YouTube tiene razón cuando dice "So, it's her wedding day and they're singing about what a pain she is?", jajaja.



Y un comercial que hicieron de audición en la BBC muy gracioso (como dato freak al  margen).


41. "Microdancing", de los Babasónicos.

¡Qué cosa tan pegote! Y la letrano dice casi nada. Solo algo así como “si te llevo de favor, ¿me prometes queesta vez no vas a arruinar la fiesta?” y luego muchos pero muchos “oh ohohohoh,oh ohohoho, apretados, microdancing”, repitiendo y repitiendo, de un modo taneficaz que uno casi no puede evitar cantar, y bailarla.
Es una canción real realmente buena. Y como dije, pegote, así que la canté durante todo el viaje. Y todavía.

Mi recuerdo favorito de entonces,fue con la Anne. Ella era una entusiasta compañía, que cantaba cada vez en que yo cantaba. Le daba mismo no saberse la letra, y chamullaba jubilosamente,causando en principio mi horror, luego mi aceptación, y luego mi agrado (había que dejar la maña). “Microdancing” era de nuestras favoritas, por ser fácil y alegre.

Una tarde, a las afueras de Bundaberg, en plena carretera y esperando a que alguien nos llevara a dedo al pueblo siguiente, me puse a cantarla. “Si te llevo de favor…”. La espera se hacía larga y tediosa, y era una tarde agradable, sombreada, llena de flores y pajaritos, en medio de la nada. “Oh ohohohoh”, repeticiones varias, bailando, y la Anne ya cantando contagiada y bailando también. Paso siguiente, dar vueltas en círculos y otras maniobras más complejas, “apretados, microdancing”, “ohohohohoh oh ohohohoh". No sé cuánto rato. No tanto.

Y entonces pasa el único auto envarios minutos, tocando la bocina. He ahí las dos locas, bailando con los ojoscerrados, inmersas en un universo paralelo, pasándolo chancho. Dimos un salto y nos miramos una a la otra, con vergüenza instantánea.

Y luego nos reímos. Es que fue tan divertido. Uno de esos momentos anónimos y totalmente cotidianos que son los que al final más se recuerdan.

En realidad, mirando el videoclip, pasó extrañamente parecido a en él. Chusto (y felicidad).



42. “Money, Money” de la película“Cabaret”.

En Blue Topaz, mi tercer y más largo alojamiento en el campo, la dueña del lugar era una mujer llamada Sue. Deunos 50 años, muy eficaz y bastante mandona. Administraba este “caravan park”, que tenía por lo menos 30 casas rodantes arrendadas, más los espacios para gente con la propia, más muchas pero muchas carpas, y solo una cocina al aire libre, y unos pocos baños, y además de eso nos conseguía las pegas.

No hubiera sido tan difícil la propia pega suya, si no fuese porque la mayoría de la gente era joven y en ánimo de jarana (dentro de lo que la vida de campo permite), así que igual la Sue se la pasaba quitando cervezas a los curados, haciendo callar a los gritones nocturnos, excusando a los carreteros que no llegaban a trabajar y cosas adolescentes del tipo. Y tenía fama de usurera, porque cobraba por cada ducha de agua caliente, y por llevarte en su liebre a las pegas, si no te conseguías tu propio transporte.

La gente no la quería mucho, aunque yo la entendía. Es que yo también sé el cacho que a veces es ser la voz de la autoridad (soy profe en media), y además era muy simpática, si una la trataba con educación y respeto. Yo creo que en parte muchos no la querían, porque así era más fácil enfrentarse a ella, y abusar de ella a veces también

Antes de conseguir mi propio transporte, tuve que inscribirme en la liebre, para llegar a la pega de los tomates, que me consiguió la misma Sue. Entonces yo escuchaba mucho “Money, Money”, porque es una canción alegre que me hace reír, y que además me motivaba a salir por ahí a ganarme mis monedas.

No recuerdo haberla cantado (qué plancha, porque no es una canción muy cool), pero sin duda lo hice, porque se la pegué a la jefa. Mis compañeros, con cara de risa, llegaron cuando yo ya no iba con ellos en la liebre, a contarme cómo la susodicha la cantaba feliz de la vida mientras iba a buscarlos y a dejarlos cada día. “See?”, me interpelaron alborozados, porque con esto tenían la “evidencia” de que ellos eran solo números y cifras para su persona.

La verdad es que la pobre Sue no podría haber elegido una canción más gráfica. Y como es de una película vieja, mis amigos ni siquiera sabían que existía, sino que pensaban que ella la había inventado sin querer para la ocasión, repitiendo ávidamente “money, money, money”, cual Gollum con “my precious”… como revelando inesperadamente el real contenido de su mente.

Yo me reí, y les expliqué, y entonces ellos se rieron también. No éramos tan graves después de todo. Y luego nos fuimos a reír con la Sue a quien no le dijimos directamente porqué era tan gracioso, pero quien igual cachó porque sospechosa – y atinadamente - dejó de cantarla.
  


43. “Moves Like Jagger”, de Maroon 5 conChristina Aguilera.

Éste un temazo Es embalado y gracioso, y muy feliz de bailar. Básicamente habla – o fanfarronea – de cómo quien la canta tiene “las movidas de Jagger” y así se pega sus buenas performances en las pistas, derrochando estilo. Lo mejor es la patudez del título, quizá, colgándose de la fama de Mick Jagger, y luego presumiendo ostentiblemente con ella.

A la gente le encantaba, y la ponían casi en cada fiesta.

Fue un hit recurrente a lo largode todo el viaje, porque como ya he contado, a los australianos les gustaba repetir las canciones, pero conservo un recuerdo especialmente feliz en Noosa, un lugar muy taquilla cerca de Brisbane, con unas playas preciosas y harto carrete. Con la Anne acabábamos de dejar el campo, y no dábamos más de la emoción de volver a ver gente, y lugares, en donde pasaba más que el mero crecimiento de la fruta. Además, estábamos con la Debbie, otra holandesa, una amiga de Stanthorpe (el campo), con quien viajamos un trayecto. Era nuestra devuelta a la vida, y estábamos muy emocionadas y expectantes. Como si no hubiéramos ni asomado la nariz fuera en años.

Juntas nos producimos y salimos a bailar. Quedamos irreconocibles, y no porque en el campo no nos produjéramos: es que entonces simplemente no era tan efectivo... las ojeras permanentes, los moretones, las manos siempre manchadas – aunque se lavaran – con la recolecta de tomates, el saber que cada hora luego se pagaría al día siguiente, en terreno.

Esa noche las tres simplemente brillamos. Y fuimos a las pistas en gloria y majestad, regresando a un mundo nocturno que habíamos dejado, y lo hicimos con tanto estilo y con tanta presencia. Sin hojas en la ropa, ni zapatos mojados por el barro, ni quemaduras por insolación (bueno, eso sí).

Como Jagger.



44. “Only Girl (In The World)” de Rihanna.

Ésta fue la canción que me recibióen Australia. Estaba muy, pero muy de moda, y me ametrallaron con ella desde elprimer hostal.

Es una canción buena, así que nopasó mucho antes de que me gustara. Era fácil de bailar y tenía mucha pasión. Pero la tocaban tanto que empezó a molestarme y además luego tuve malas experiencias al respecto, como cuando el chileno que me gustaba y estaba pololeando con otra, me contó con tanto amor cómo de feliz era bailándola con ella. Ouch. Mi relación con la canción bajó muchos puntos de rating entonces.

Pero no para siempre. Luego me fui al campo, yen mi primer trabajo, recolectando manzanas, me tocó trabajar a la par de Michael. Michael era un irlandés guapísimo, lleno de músculos y con aire de vikingo, que con su fuerza legendaria no solo trasladaba nuestras bolsas de manzanas en la pega, sino que también abría nuestros tarros apretados en la casa, y llevaba nuestras bolsas en el supermercado. Ese Michael era toda una adquisición.

Y a Michael le encantaba esta canción, y así repetía, “porque me haces sentir como si fuera la única chica del mundo”, una y otra vez en las horas laborales, indiferente de lo contradictorio que era escuchar eso de su masculina persona… mecía con su ritmo esos brazos bronceados que brillaba nbajo el caluroso sol veraniego, y toda su presencia… cada una de las mujeres del grupo detrabajo mirándolo de reojo, y suspirando, y compartiendo con las otras cómplices risillas. Era todo un espectáculo, y nos ponía muy contentas.

Ahora, cada vez que escucho esta canción pienso en Michael, quien se siente como la única chica del mundo. Y me sonrío.


 
45. “Quantum Theory”, de Jarvis Cocker.

Stanthorpe, abril 2011. Mi amiga Elaine se acababa de morir, ahogada en un tour de buceo. La última vez que me había llamado, apenas el día anterior, yo no le había contestado porque estaba amargada. Mi pinche francés me había puesto el gorro, yo lo había pillado infraganti, y aunque yo misma le había contado a la Elaine por mensaje, no quería discutirlo todavía. Así que ahí estaba su llamada tintineando en la pantalla de mi celular, y yo sin tomarla. De haberlo sabido…

Solo tenía 23 años. Recién cumplidos.

Sin embargo, no me siento mal por eso, porque cómo iba a ver venir que ella iba a morirse. Y al mismo tiempo…creo que en algún plano yo sí lo sabía, porque de algún modo curioso ya me había despedido de ella.

La Elaine y yo fuimos roomates en Sydney, durante todo marzo. A finales del mes, yo partí al campo, y poco después ella se fue a la costa este, el viaje típico que yo haría con la Anne un par de meses más adelante. Se suponía que nos veríamos por entonces, y eso comentamos por teléfono la vez anterior, la última, pero cuando llegamos al tema, sentí la inusitada urgencia de darle las gracias. “Why?”, me preguntó ella. “Because you really made a difference for me”,expliqué.

Y era cierto. La había conocido en un momento oscuro. El chileno que tanto había querido no me quería de vuelta, y eso significó una incomodidad que luego significó ser una exiliada de todo el grupo de compatriotas. Y allí estaba yo, sola, y sin muchas conexiones… hasta que la Elaine me tomó bajo su ala, compartió a sus amigos, y me hizo parte de su propia tribu. Y no solo me acogió en su propia vida, sino que me recordó cosas esenciales, como que todo pasa por algún motivo… lo que me permitió recobrar bríos, independiente de si ella me proveía todos esos bienes sociales, lo que igual hizo. Y me hizo reír. Y llorar. Y mirarme a mí misma, cuando nadie me estaba mirando.

Fue muy lindo.

Y todo esto ocurrió de un modo tan natural. Yo nunca tuve que pedírselo, porque simplemente sucedió. Y encontré felicidad en su amistad, y creo que ella también encontró felicidad en la mía.

“Why are you saying goodbye?”, me preguntó angustiada luego de escuchar pacientemente un listado de cada cosa buena que había hecho por mí y mis agradecimientos al respecto. Qué suerte tuve de poder expresarlo. Creo que ella también sabía lo que se venía, porque la conversación había cobrado un tinte muy serio. “I just have to say this”, repliqué, “I know we’ll meet again but meanwhile it’s better not letting things unsaid”. Todavía pienso así. Nos veremos de nuevo, querida.

Cuando me contaron que la Elaine murió, me puse muy triste. Eran días largos recolectando tomates, y yo lloraba mientras los extraía de las plantas, en la privacidad de mi hilera (cada quien trabajaba en una). Y entonces Jarvis. Hablando de la teoría cuántica, y de cómo estamos todos conectados, arrastrando suavemente las palabras con su deliciosa voz. Según la teoría cuántica, el mundo como lo conocemos en realidad no existe. Solo somos energía, no hay tiempo, ni muerte, (ni vida)… todos estamos conectados.

“Somewhere, everybody is happy”, Jarvis cantaba dulcemente.

“Somewhere fish do not have bones”, esa no la entiendo, pero filo.

“Somewhere gravity cannot reach us anymore”, sigue, y luego “somewhere in a parallel dimension, happening now but not within your sight… forces that bind the universe together”.

Y por último y como para rematar “everything is gonna be alright”… "todo está bien", una y otra vez. Eso lo repite muchas veces. Como un mantra. Everything is gonna be alright...

Ese Jarvis es un genio, y me trajo mucho consuelo.



46. “Rien de rien”, de Edith Piaf.

Esta canción es preciosa, y aunque hay unas de la Edith que me gustan más, ésta es la que elijo cuando hay que cantar en público. Es que la letra es más distinguible, entonces siento que chamullo menos.

Cuando conocí a Rom, el francés,lo conocí junto a sus dos amigos. La primera conversación que tuvimos fue en la sala común del hostal de Bondi, Sydney, los tres juntos. Ellos habían llegado esa misma mañana desde Francia, y estarían allí solo dos días, porque después se cambiaban a una casa rodante. Intercambiamos datos y consejos, y entremedio llegó alguien regalando entradas exclusivas para un concierto del grupo MGMT, ese bien popular que canta “Kidz”, y salimos los cuatro beneficiados. 

MGMT es un grupo muy bueno.

Pero, si Romain era chico, sus amigos eran aún menores. Uno de ellos tenía 22, como él, pero el otro tenía…18. Así que al principio no quería relacionarme mucho con ellos, porque aún eraprejuiciosa. Más que prejuicio mismo, me daba miedo que me rechazaran cuando supieran que yo tenía 29. Lo gracioso es que luego supe que a Rom pasaba lo mismo con que él tuviera 22. Muy tontorrones.

Sin embargo y pese a eso, el invite de MGMT era demasiado bueno, así que decidí aceptar la idea de ir todos juntos, y entonces mis tres franceses me fueron a buscar al hostal para salir, como si fuese una cita cuádruple. Fue muy dulce, y estábamos todos nerviosos. Luego, en el trayecto nos perdimos, así que deambulamos por las calles por lo menos una hora.

Como los franchutes tenían un pésimo inglés, la conversación que ya era dificultosa, se puso realmente tensa... hasta que a uno de ellos se le ocurrió cantar. La única canción que se nos ocurrió fue “Rien de Rien”, y así la entonamos, varias veces mientras caminábamos por las calles de Sydney, al principio con cierto nerviosismo, luego con más energía y al final con verdadero espíritu, casi como seres inmortales.

Yo conservo un recuerdo muy feliz al respecto. Es que fue una noche distinta e internacional. Ahí estaba yo compartiendo con tres franceses con los que nunca se me hubiera ocurrido relacionarme en Chile, y pasándolo a todo cachete con eso. La vida me sorprendía. Eso significaba que también podían abrirse posibilidades inesperadas en cualquier parte. Y quizás a ellos les pasaba igual. Todos apenas empezábamos lo que sería Australia.

 "No me arrepiento de nada”, dice la Edith en este tema. Y yo tampoco.



Agrego “Time To Pretend”de MGMT, porque fue la canción del grupo que más cantamos, tanto antes comodespués del concierto. Creo que es mi predilecta de ellos, y además ojo con elsignificado del título “tiempo de fingir”, que es un poco lo que estabahaciendo… omitiéndole a Rom mi edad verdadera jejeje (aunque después se la dije).


47. “Something Stupid”, de la Nicole Kidman con Robbie Williams.

Hay muchas versiones de esta canción, pero a mí la que más me gusta es ésta. Es que, en la original, a la Nancy Sinatra, casi no se le oye la voz. Frente! tiene otra buena, pero en esa es al hombre al que casi no se le oye (y en YouTube de ellos solo hay versiones en vivo muy malas).

Esta canción apareció en mi obsesiva mente para torturar a la Elaine. Sin intención, claro. A ella le gustaba mucho un tipo, con el que después pololeó, pero entonces estaban apenas empezando el flirteo. Y luego de la esperada primera cita, llegó angustiada diciéndome que, aunque lohabían pasado chancho, ella había metido la pata y dicho “something stupid”. Real realmente le gustaba, así que estaba muy amargada, "what do I do now, Maria?", me preguntaba entre llanto y risa. Trabajaban juntos, así que le daba miedo ir a la pega. Por eso la primera cita sehabía demorado tanto en suceder, dicho sea de paso.

Por supuesto, la cosa tonta que dijo no era tal, tanto que ni siquiera me acuerdo de qué era. Solo sufría el efecto importancia que nos pasa cuando alguien nos gusta mucho, pero entonces me contagié con su miedo, y procuré consolarla. Y así se fue esa noche. Entremedio,mi subconsciente maquiavélico ya había tomado el literal de su frase y traído la canción a mi mente, pero con esfuerzo logré mantener el asunto a raya.

Cuando el incidentepasó, ya no fui tan hábil. Es que es una que me gusta mucho, y que es muy pegote, entonces me era especialmente difícil desprenderme de ella. Así que, cadavez que llegaba la Elaine luego de la pega, al mirarla, se me cantaba sola. “Sorry!”, exclamaba entre llanto y risa, y ella con cara de paciencia. “Sorry, sorry!”. Jajaja. Qué odiosa.

Pero a la Elaine también le gustaba. Y una de las veces en que notó que yo había empezado a cantarla, y luego mordido la propia lengua… ella misma procedió a terminar lo comenzado. Y para mi sorpresa, sacó un vozarrón impresionante… unavoz muy profunda, y afinada, y llena de energía, y que sonaba muy fuerte, y que movía cosas adentro.Podría haberse dedicado a eso. Y no lo digo porque la eche de menos: es simplemente cierto.

Siguiendo el ánimo musical,intentamos hacer el dúo pero eso nunca nos funcionó mucho. No nos desafinábamos, pero sí nos íbamos de una voz a la otra, y en especial no podíamos decidir quién haría de hombre y quién de mujer.

Qué recuerdos.



La versión original.


48. “Tan alta que está la luna”, de Quilapayún.

Otra vez el poder de mi subconsciente.En el campo, la luna alta saliendo por las montañas. En las noches era especialmente fácil de ver, en especial en Blue Topaz (parque de casas rodantes),donde nos cortaban la luz a las 9 de la noche. Y esta luna no solo se pavoneaba en el campo, sino que también en la mayoría de Australia, y en toda Nueva Zelanda,donde nunca había mucha gente, entonces había menos contaminación luminística, y mucho más brillo para el astro selenita. Y mi mente ponía de soundtrack, casi cada vez, la canción.

Es una muy linda. Y tiene ese toque andino y folkórico del país donde nací y fui criada.Su ritmo hipnótico, el recuerdo de mi casa, y el saber que mirábamos la misma luna… aunque para ellos fuera día cuando yo la veía, y viceversa.

Suficiente para entrar a mi lista.

jueves, 19 de mayo de 2011

De parranda

Estas últimas semanas han sido de total aventura. Con mi amiga Anne estamos haciendo uno de los viajes típicos que se hacen en Australia: el de subir por la costa desde Brisbane hasta Cairns, pasando por todas las atracciones posibles y lugares de playa o de carrete. Lo gracioso es que ninguna de las dos se sentía especialmente atraída por esa ruta, pero fuimos solo porque se nos dio… es que es lo más cercano, es lindo, todo el mundo lo hace, e igual ambas queríamos llegar a Cairns… para bucear y también trabajar, ya no en el campo, sino de barwoman o lo que sea, por un mes o algo así antes de seguir, cada una a sus respectivos destinos, todavía en discusión.

En el camino y como siempre, los planes han cambiado millones de veces, y no solo para mí, sino que también para ella. Por ejemplo, al principio solo íbamos a viajar juntas dos semanas, pero luego decidimos seguir hasta Cairns y tal vez más. Queríamos trabajar, también, en la mitad, pero luego decidimos disfrutar estas vacaciones como tales y una vez en Cairns, volver al ruedo laboral o lo que sea, porque allá hay más diversidad de oportunidades y ninguna quiere volver al campo. Ningún cambio de opinión nos causa mayor drama, porque las dos somos igual de relajadas, estamos dispuestas a negociar (quien no negocia suele quedar con resentimientos), y las dos somos muy independientes… a veces no nos vemos en el día completo, mientras otras veces lo pasamos entero juntas. Y entremedio hemos viajado con otras personas también, lo que ha sido muy choro, y diverso.

La verdad es que estoy feliz viajando con la Anne. Se ha convertido en mi amiga, y yo en la suya. Conversamos harto, nos entendemos bien, nos reímos ene juntas, nos acompañamos, y además están los beneficios extra de viajar acompañada, como pagar menos en alojamiento, en toures, en comida (nos damos la lata de cocinar), o algo tan simple pero tan importante como lo que es, al llegar a una parte, poder dejar a una con las mochilas en la calle, y partir la otra a cotizar los distintos alojamientos. Se consiguen mejores cosas y de mejor ánimo, sin sentir los pies atados por una mochila – en mi caso – gigante… aunque ya no tan gigante porque, entre tanto traqueteo, he ido dejando atrás una chorrera de cosas, como una especie de Hansel y Gretel moderno.

En fin, volviendo al viaje, la Anne y yo lo empezamos desde Stanthorpe, donde estaba nuestro campo, y decidimos irnos a dedo a Brisbane (a 200 y algo kilómetros). Hacer dedo allí en general es fácil, porque la carretera queda cerca, y además como es un pueblo chico, uno conoce a muchas personas allí. Lo inconveniente fue que partimos un sábado de un fin de semana largo, que incluía hasta el lunes, entonces ya casi toda la gente se había ido, así que tuvimos que hacer dedo desde la carretera chica, hasta la grande, a ver si teníamos más suerte allí.

No la tuvimos. Los pacos nos vieron y ¡nos llevaron de vuelta a la casa! Logramos evitar la multa (es ilegal hacer dedo aquí), porque eran jóvenes y algo dados al flirteo, pero fue un poco tragicómico volver con la cola entre las piernas, cuando todo el mundo nos hacía ya carreteando en la gran ciudad, y cuando todos se habían más que despedido, y obvio que igual se rieron de nosotros cuando volvieron a vernos, jeje. Pero fuimos porfiadas y partimos de nuevo, y entonces sí nos fue bien… nos llevó un francés, Rène, ex chef, de unos 60 años, que nos dejó en un pueblo que quedaba solo a 30 kilómetros de Brisbane y que tenía tren hacia él… con tal que a la noche ya estábamos instaladas en la meta, felices, ¡justo a tiempo! Porque más encima era sábado, y el día de la reina holandesa, fecha crucial para la Anne, nativa del lugar.

Ah… la partida del campo fue tan deseada y a la vez tan radical. Un día sumergidas en la quietud del trabajo agrícola, y a la noche siguiente celebrando el día holandés, en un bar copado de gente, en medio de la polis, siendo otra vez parte de la acción. Una noche graciosa, toda la gente vestida de naranjo, cantando canciones en un idioma (para mí) desconocido y siendo muy amistosos, invitando cervezas como si se les fuera la vida, y como diciendo “bienvenidas, queridas, a la ciudad”.

Brisbane se convirtió en un punto de encuentro también. Estuve con distintos amigos chilenos que viven allí (uno de ellos hasta dio alojamiento), y además me encontré con un irlandés que fue mi roomate en Sydney, y con una brasilera que fue también mi roomate, en uno de los campos… ah, es tan raro encontrarse con quienes han sido parte de la novedad australiana, y darse cuenta de que luego de conocerlos ya ha pasado tanto más y que una tiene tanto aún más nuevo que compartir y contarse… que la rueda ha seguido girando, todo el tiempo. Y bueno, en Brisbane también nos juntamos con una amiga coreana, la Hyewun, con la que viajamos hasta el siguiente pueblo, Noosa. Luego ella tuvo que irse a trabajar a Darwin, pero fue muy buena compañía en el fragmento que compartimos.

Qué puedo decir. Me encantó volver a la civilización… volví a sentirme conectada y viva, luego de podrirme en medio de la nada. Que no se me malinterprete: estar en el campo es muy lindo, pero luego de tanto tiempo de aislamiento... puede causar cierta locura. Yo nunca he sido mucho una chica de ciudad pero igual quise llorar cuando volví a ver gente, y tiendas, cierto bullicio, y noción de movimiento… de que algo más estaba pasando que el mero crecimiento de las manzanas, o los tomates… ah, qué felicidad. No en vano, cuando con la Anne todavía estábamos en Stanthorpe una vez fuimos a dedo por el día a Toowoomba, ciudad a más de 200 kilómetros, solo para ver algún puñado de vida urbana. El inicio de nuestra amistad, dicho sea de paso.

Y Brisbane como ciudad me gustó mucho más que la primera vez en que estuve allí, en enero. Tal vez porque entonces fui justo después de la gran inundación, y todo estaba más o menos cerrado, y el río sucio, y etcétera, etcétera. Además, entonces todavía estaba llegando a Australia, y aún no ganaba ni un peso, entonces todo me pareció extremadamente caro… pero ahora lo sentí diferente. Estuve tan aliviada y feliz de estar allí, y más encima me tocaron eventos. No solo fue el día de la reina holandesa, sino que también el cumpleaños de Buda, lo que provocó una gran feria asiática junto al río… buena comida, buenos conciertos, un templo en donde uno podía bañar estatuas de Buda, y hasta fuegos artificiales. Me encantó. Y también hicimos un poco de shopping, y pasamos una tarde comiendo sushi y tomando vino, en el parque, cual adolescentes, y en la noche a cachar qué onda los locales supuestamente guau, y también los no tanto. Back to the city, baby!

Y de Brisbane, a Noosa. Ahí nos fuimos en bus, porque tres haciendo dedo es mucho, y además es difícil hacerlo desde la ciudad. Noosa, un pueblito lindo y muy peloláis, con playa y con río, y todo verde, tropical y a la vez templado de tanta vegetación. La Anne y la Hyewon tomaron clases de surf allí, pero yo estuve enferma así que me quedé fermentando el primer día completo. Luego la Hyewon se fue, pero nos juntamos con la Debbie, otra holandesa que también trabajó en Stanthorpe, y salimos a bailar las tres. Todo divertido, agradable y en cierto modo, tan distinto. De una disco nos fuimos a otra, y conocimos un montón de gente, y bailamos hasta que cerraron todos los locales. Yo al principio me solté con todo el movimiento latino, pero mis compañeras holandesas se rieron a gritos, según ellas porque “les hacía feliz verme bailar”, pero el argumento me pareció tan sospechoso que me inhibí y terminé bailando moderadamente… hasta la próxima vez, jeje, y es que la música estaba espectacular… pero creo que lo que en general hizo a esa salida tan bacán, fue el vernos a nosotras mismas en una parada tan vacacional, luego de haber trabajado tan duro, y compartir ese momento de gloria juntas… Sabíamos dónde habíamos estado, y vivir ese bailongo… era más que justo, casi una necesidad vital.

Yendo al aspecto meramente turístico, lo que yo más recomiendo de Noosa es el parque nacional. Es gratis y tiene senderos de todo tipo. Es una preciosura, muy distinto un sendero del otro, y además uno ve koalas, y árboles y pájaros que parecen de la prehistoria… es que Australia tiene una flora y una fauna muy primitiva, de las más primitivas de la Tierra. Además de ese parque, Noosa tiene unos paseos en el lado del río, y no solo en el lado de la playa, que es el paseo típico. Caro, sí, en general puede ser… pero no mucho más que los otros lugares, y además es una monada, aunque en su pequeñez, tiene de todo, y es que si uno pusiera a Noosa en Chile sería un lugar muy chiquiturri, pero en Australia no es tan chico…y es que Australia en general está tan vacía (en relación a nosotros). Ni las grandes ciudades tienen tanta gente. Sydney es grande, pero ni siquiera tanto, y otras ciudades importantes parecen apenas Temuco o Valdivia y si es que. En todas partes hay descampado, lo que es muy agradable para relajar la mente… pero a la vez uno no puede esperar encontrarse a más de 20 pelagatos en una playa no masiva, o tener señal de internet o de celular en muchas pero muchas partes (al menos con Vodafone, NO compren Vodafone si vienen). Bueno, tal vez no puede esperarse más de un país que es del porte de Brasil y que tiene apenas 30 millones de habitantes (según me dijeron unos aussie, hay que usar San Google para verificar), aunque la poca densidad poblacional no justifica que tengan tan malas telecomunicaciones. Hay algunas cosas en las que los australianos están muy atrasados, hay que decir. Podría enumerar varias, pero da para otro posts completo (y tiene cosas muy avanzadas también).

En fin, luego de Noosa, yo me fui a Gagaju, un campamento que mi prima Flora me recomendó, y al cual insistió que tenía que ir. Es básicamente un campamento en medio de la nada, así que la Anne se dio en escampida, jaja, y fui sola, y tengo que decir que igual me gustó. Fue algo diferente y además baratísimo. Una aventura. Solo estuve dos noches, y habían varios paseos en canoa por un río que no hice, porque seguía un poco enferma… pero esos tres días me los pasé compartiendo con gente, tocando guitarra al lado de una fogata, o viendo películas todos juntos en unos exquisitos sillones de cueros, en un total descanso mental. Es muy rústico, eso sí, tanto que las camas de la pieza compartida en realidad eran hamacas, y tanto que la cocina no tenía ni tetera eléctrica ni microonda… pero interesante de vivir. Además, sí, yo quería seguir las huellas de felicidad de mi prima, a ver si en cierto modo se convertían también en las mías. Encontré, también, que era lo mínimo, pasar a saludar el lugar si el lugar había ido tan especial para ella.

De ahí volví a Noosa por un día y una noche, y conocí a unos alemanes simpaticones que me llevaron a pasear por más parques del sector. Y después partí a Rainbow Beach, en donde volví a juntarme con la Anne. Rainbow Beach, otro lugar lindo, y absolutamente remoto, con solo un par de “supermercados” carísimos, y otra vez sin señal de celular ni de nada. La playa es larguísima y agradable, con hartos cerros de dunas que recuerdan a las playas chilenas… una arena amarillenta y siempre pájaros tropicales por todos lados, pero aunque es linda yo agradable no tiene nada especialmente interesante. Si uno va de pasada, bien, pero ir solo por ella… hay playas como esa en muchas partes, y encuentro que no vale la pena como para hacer un desvío. No sé, a veces pienso que a los extranjeros les impresiona tanto lugares así porque no viven en un país con tanto mar como es Chile, porque Chile en él tiene unas playas tan lindas que… no es tan fácil impresionarla a una.

Lo interesante de Rainbow Beach, y otro motivo por el cual es un punto importante, es que ahí es donde se aloja para ir a Fraser Island, una parada típica en este viaje por la costa este. La isla Fraser es la isla de arena más grande del mundo, aproximadamente 140 kilómetros de playa interminable (creo, no estoy segura, y perdí el flyer). Igual no era un paseo que a mí me tincara especialmente, porque con esa explicación no suena más que como un gran puñado de arena, pero cedí porque es parte del recorrido y si todo el mundo ha ido… bueno, vayamos con el flujo, aunque es un flujo recaro. Más de 300 dólares.

Bien, el paseo me gustó pero en ningún caso vale lo que hay que pagar por él. Está bien organizado, y es entretenido porque uno va con harta gente. Se va a la isla en jeeps 4x4, en grupos de a ocho y todos los que tenemos licencia de nuestro país podemos turnarnos en manejar (¡yo lo hice también!). Se aloja dos noches en carpa, todos en un gran campamento, y durante el día nos llevan a lugares lindos dentro de la isla, que es un parque nacional… lagunas preciosas, con peces gigantes, o alguna playa con una piscina natural, y etcétera, y sin duda es interesante de ver, pero… ¿por más de 300 dólares? No sé. Otra vez, hay más lugares lindos en el mundo… y una isla en donde uno no se puede bañar en el mar porque hay tiburones, ni salir a pasear porque hay dingos… no la convierte en mi favorito. Y los dingos (perros salvajes) son lindos, y parece que no atacan a nadie, pero igual son complicados y quitan cierta libertad… vienen en manada constantemente al campamento y se roban las cosas… a mí me robaron mi cartera (pero la recuperamos) y casi me roban las zapatillas cuando me las saqué para ir a lavar los platos en el mar.

Y ésa es otra cosa, lo charcha del tour y parece que en todas las agencias es igual (ahí es cuando digo que Australia no es tan desarrollado). Dormir en carpa está bien, pero ni siquiera nos dieron un saco de dormir, o una almohada, o una sábana… aunque la parte mala clase encuentro que no viene allí, sino que en el hecho de que los jefes de campamento armaron unos baños que eran de mentira, “pretend toilets”… ¡que son solo una carpa con forma de, y sin nada adentro! ¿Y por qué?, preguntarán ustedes. Bueno, porque por ley cada grupo tiene que venir con un baño desechable, y los guardias de la isla lo vigilan, pero en realidad vamos en los matorrales… Ah, yo lo encontré tan picante, que más encima los jefes nos explicaran el asunto para no delatarlos con los guardias, sin siquiera preguntarnos qué opinábamos al respecto, dando por hecho que vamos a cubrirlos, muuuy picantes, y no lo digo por no tener el baño (prefiero ir a los matorrales que a los químicos), ¡sino que por el modo descarado de llevarlo a cabo! ¿Para eso uno paga más de 300 dólares? Y MÁS ENCIMA (me siento como el abuelo Simpson, jaja), en el campamento no se puede hacer fogata… ¿y qué tipo de campings no tienen fogatas? Los de mentira, opino. Charchísima. Un “pretend” camping, casi.

Así que no me pareció tan bacán el tour en la isla Fraser. La idea es buena, y hasta romántica, pasar algunos días totalmente desconectados en una isla desierta, que tampoco tiene ningún tipo de señal, aunque sí un pequeño supermercado en donde venden comida y cosas (por supuesto, carísimo, pero las islas siempre son más caras)… La idea es agradable, y distinta, y buena en teoría, pero en la práctica… no poder bañarse, ni salir a pasear, ni tener siquiera una fogata… charcha, opino, y quizá podría arreglarse un poco si los jefes hicieran alguna especie de cosa social para conectarnos con las otras personas allí, pero no hicieron absolutamente ninguna actividad recreativa, por lo que básicamente nos limitamos con conversar con los de nuestro grupo y con los más amistosos de los de al lado.

De todos modos (y aunque no lo parezca, jaja), me lo pasé bien, y la Anne también, y llegamos agotadas de vuelta a Rainbow, aunque un poco amargadas porque el plan de entonces era seguir a Bundaberg, y de allí trabajar una semana o dos, antes de seguir al norte al resto del carrete. Así, tuvimos una última noche agradable en Rainbow, en donde fuimos a una fogata a un carrete de la zona (ahí se puede porque no es parque nacional), y a la mañana siguiente decidimos irnos a dedo a Bundaberg porque son solo 200 kilómetros.

Casi tuvimos que quedarnos un día más en Rainbow porque haciendo dedo perdimos el bus, y luego nadie nos llevaba… pero cuando estábamos por irnos, todas desmoralizadas a hacer el check in para una noche más, y a bookear el bus, llegaron la Andrea y la Mayu, una suiza y una japonesa que también están viajando juntas, y nos contaron que iban hacia el norte también, y nos ofrecieron espacio en su auto. Así que nos fuimos con ellas, y hasta pasamos por Hervey Bay, otro destino típico, que estábamos omitiendo para ahorrar el bus… y fue una tarde graciosa, en que caminamos las cuatro por Hervey, comiendo helados y etcétera. Hervey Bay… lindo, pero no le encontré nada especial, solo una bahía con un muelle gigante y hartas tiendas. Y de ahí ellas siguieron camino a 1770 (Seventy Seven), pasando por Bundaberg, aunque en la buena onda nos dejaron hasta instaladas en el hostal de turno en Bundaberg, un parque de caravanas, en donde con la Anne arrendamos una especie de carpa producida, con luz eléctrica y todo, a un precio ridículamente barato y al lado de un río precioso.

El río, lo más lindo del pueblo, porque Bundaberg… del terror. Estuvimos dos días ahí tratando de encontrar trabajo, pero nos ofrecieron unos que rayaban en la ilegalidad, y que son un insulto para los pobres trabajadores, y decidimos que no estábamos tan desesperadas. El parque de caravanas, buenísimo, y la dueña una señora encantadora que nos prestó sacos de dormir, y frazadas, y platos, sin cobrarnos nada… pero Bundaberg, insisto, terrible. Mala onda general, gente curiosa, y nos contaron que eran usuales los tiroteos, asaltos y violaciones… De todos modos, decidimos salir, el sábado, a un local, a celebrar ya no me acuerdo qué, pero a las 10 de la noche estaba todo cerrado, así que ni siquiera había vida nocturna con la que distraerse, y los backpackers carísimos (abusando de sus trabajadores, porque solo ofrecen alojamiento a los que trabajan para ellos), y en el parque de caravanas, nadie de la edad. Igual no las arreglamos para encontrar algo que podría ser un club nocturno ese sábado… pero nada con lo cual soñar.

Así que decidimos seguir adelante, hasta Cairns, y olvidarnos de la pega. No es terrible porque la llegada a Cairns será en apenas dos semanas más, máximo. Y una vez que decidimos eso, nos alegramos. Estuvimos un día entero viendo películas en la carpa/caravana, escribiendo postales, o simplemente echadas conversando y dormitando. Muy pero muy agradable. Y de ahí partimos a 1770 (Seventy Seven) o Agnes Water, que en realidad es lo mismo. Haciendo dedo, posiblemente la última vez en este viaje, porque luego de eso solo hay recorridos largos, de 8 a 10 horas en bus, que son muy difíciles de recorrer de esa manera. De Bundaberg a 1770 son solo 120 kilómetros.

Y lo logramos. Estábamos empezando a hacer dedo, temprano en la mañana, y los pacos volvieron a vernos, y se dieron la vuelta para decirnos algo… ¡oh! Pero una señora con su marido nos llevaron casi instantáneamente, y nos fueron a dejar hasta el inicio de la carretera… la señora muy agradable, enfermera, compartiendo historias horribles con la Anne, que a su vez es trabajadora social, rehabilitando drogadictos. Y el inicio de la carretera fue realmente un sueño, en medio del campo, con árboles gigantes y tropicales, totalmente paradisíaco, pidiendo a gritos que alguien se quedara a capturarlo en un cuadro, y no pasaron más de 10 minutos cuando un señor de unos 50 años nos llevó. Era un hippie en su van, camino a una playa en donde investigaba tortugas, y se suponía que iba a dejarnos a mitad de camino, pero al final nos dejó a dos tercios, porque quiso esperar llegar a un lugar que tuviera algún pueblo o estación de servicio cerca, por si no encontrábamos nada.

Todavía era temprano cuando llegamos allí, así que estábamos tranquilas, pero entonces nos llevó un señor curioso. Un tipo de unos 70 años, que estaba mal de amor con la Anne y que hizo toda clase de insinuaciones, del tipo “I want you to know my beaaaautiful home” o “if you like my gooorgeous car, I can give you a ride later”. La pobre iba bastante aterrada, en el asiento de adelante (admito que corrí a tomar el asiento de atrás), pero yo iba más tranquila porque ando con el paralyzer, y porque además el señor era bastante mayor, así que en el peor de los casos podíamos defendernos físicamente o algo así. Era un viejo bien pituco con un BMW con asientos de cuero blanco que cambió totalmente para mí el concepto de sentarse… en especial luego de ir moviéndose por el mundo en autos discutibles y tractores, jaja.

Y el asunto no fue agradable, pero sí manejable. Luego de insinuaciones varias, yo rápidamente inventé a unos pololos que nos estaban esperando en el backpacker de 1770, así que “we can’t go to your home, maybe another time”, y el señor dijo “whatever” y nos dejó en la puerta del hostal… La verdad es que más que miedo, sentí un poco de tristeza, porque aunque sí estaba mal con la Anne, creo que el tipo también se sentía solo. Además, luego de que dijimos que no podíamos ir, creo que se dio por vencido, porque empezó a hablarnos de cómo iba a hacerse unas coronas en Tailandia (porque es más barato) y otros temas poco sexies del tipo. Yo finalmente me bajé del auto como con pena… es que qué terrible debe ser tener esos 70 años, haber trabajado casi una vida completa, y buscar felicidad romántica en unas jovenzuelas despistadas (o no tanto) como nosotras. Eso es como no tener poder, y a esa edad uno debiera ser alguien absolutamente poderoso, o al menos fuerte y digno. Uno debiera ser totalmente amado, aunque eso en realidad siempre.

Lo bueno es que la Anne quedó un poco asustada de hacer dedo, así que parece que ya no más y puro bus. A mí no me daba miedo, en todo caso, lo admito, porque siempre lo hacemos de día, somos dos y tengo mi paralyzer… pero sí nos quitaba un montón de tiempo, y además provocaba un montón de stress, porque se trabaja con planes que no puede ser fijos y uno tiene que ajustarse todo el rato. Igual a veces pasan cosas graciosas, como la japonesa y la suiza que nos llevaron de Rainbow a Bundaberg, con paseo entremedio, pero no siempre es así, y además aún cuando pasan cosas graciosas, como una es una visita tiene que ajustarse a lo que el otro quiere. Por eso, yo igual prefería no hacer dedo, pero la Anne estaba urgida con la plata y a mí no me importaba tanto, así que cedí… pero la verdad es que estoy aliviada de que vamos a tomar los buses nomás desde ahora. Y – calculamos – nos ahorramos más de 100 dólares, ¡así que el esfuerzo fue bueno para nosotras!

¡Y ahora estamos en 1770! Y mañana nos vamos al norte, a Airlie Beach, y luego a más lugares hasta llegar a Cairns, así que lo dejo hasta aquí por ahora. Cuando llegue a Cairns posiblemente termine de contar este viaje, viaje dentro de mi viaje. No quería dejar pasar más tiempo porque empieza a rebotar en mi conciencia. Sigo sintiendo que tengo, en parte, esta misión de informar como polizonte lo que voy viendo… pese a que no tenga muchos comentarios en los posts, porque tengo contador de visitas y sé que me están leyendo, jaja… y porque además queda para mi propio registro, para cuando yo misma mire atrás, y diga “oh, qué joven era entonces, qué guapa, qué tontos eran mis problemas”, jaja… bueno, espero tener suerte y solo tener que decir “qué joven era”, aunque dentro del corazón igual la edad no exista.

Y tal vez tengamos blog para un rato más. Cuando estaba en Fraser Island me llegó un chispazo… porque me di cuenta de que he hecho ya todo lo que quería hacer, en Australia. Absolutamente todo, y aún más. Entonces, como no quiero quedarme a repetir experiencias, y además estoy cansada, pensé en adelantar el pasaje y volverme en julio… porque todavía me quedan algunas cosas que hacer (ir a NZ, ir a la playa de los surfistas, ir al zoo de Brisbane, etc) que debiera terminar hasta entonces, pero… ya no estoy tan segura de eso. Creo que quizá llegué a un momento de interludio, no de fin de este viaje. Tal vez terminé de hacer lo que yo quería, para ahora hacer lo que Dios o el universo quiere, y es que el flujo sigue tirándome adentro. Sigo teniendo curiosidad. Y sigo recibiendo ayuda. La Anne, y también la Debbie, quieren vivir en Cairns, trabajando al menos un mes. Eso significa que, si me quedo, tendré amigas allí, abarataré costos y estaré protegida, más encima con gente muy abierta que más que cerrarme a los demás, me empuja a conocerlos más. Y luego y aparte, he conocido a una cantidad impresionante de personas que han hecho voluntariados en países más necesitados, y me dieron ganas de hacer uno yo en las Filipinas, enseñando inglés, por unas 3 semanas. Bueno para el alma, y bueno para mi CV. Ya me contacté con ellos, y hay que pagar un poco, pero no demasiado… y como ésa es una experiencia que no conozco y que me pregunto cómo es… tal vez la haga. Creo que sería lindo, y es algo que no puedo mucho hacer más adelante, si me caso y tengo hijos y todo eso… porque sería mucho más complicado y quizás hasta medio irresponsable. Si lo quiero, el momento sería ahora, porque ahora es el momento de la fácil libertad, el momento en que todavía no tengo grandes responsabilidades, aunque sí la fuerza y los recursos.

Mi plan en Fraser fue volverme en julio, trabajar en algún colegio, y luego en diciembre o algo así ir a los países exóticos, India, China, Nepal, que son lo único que me falta… pero luego, si me quedo, puedo hacerlo directo. Después pienso que igual voy a viajar toda la vida, así que no tengo que hacerlo ahora… pero entonces me acuerdo cómo la Anne justo va a ir en las mismas fechas que yo tenía planeadas originalmente, entonces tal vez podamos compartir algún trayecto. Así que estoy en indecisión. Hasta ahora me sigo volviendo en noviembre, pero solo porque en mi casa me dieron el tatequieto de que no cambiara el pasaje a cada rato, jeje… así que tengo que estar segura.

Como sigo en vacaciones, no tengo apuro. Decidiré cuando se terminen. Sin embargo, creo que cumplo con contar mis planes. Cambian todo el rato, pero es que más que ver lugares, como dije recién, estoy buscando nuevas experiencias…

¡Y hasta ahora qué buena experiencia ha sido!



¡A Brisbane se ha dicho!



El paisaje rural.



Día de la reina holandesa, en un bar llamado "Down Under".



Panorámica del río Brisbane, con modeloca incluida.



Feliz cumple, Buda.



Rueda de Chicago.



Fieles.



Chicas urbanas.



Momento de amor.



Con la Anne, y la Hyewon, llegando a un lluvioso Noosa.



Acosando a Elvis.



Puro haciendo la pose surfista.



Vecinillos coquetones.



Con la Anne y la Debbie en la noche noosina.



Niñitas en el río.



Pescador solitario.



Parque nacional Noosa.



Expedicionaria.



Río en Gagaju,




Beautiful blond people.



Yo (L) Australia (mural en la parada de buses en medio de la carretera).



Con el team en isla Fraser.



Manejando en la playa.



La Anne gozando el río.



Buscando algo parecido a las machas.



Eeeh...



Piscina natural.



Precipicio.



Copuchenteando en las alturas.



Dingo.



Naufragio de 1905, "Mahana".


Picando cebolla.




Familia en Rainbow Beach.



Atardecer desde el mirador.


Kebabs de canguro.




¡Tenemos hambre!


Hervey Bay.




Con la Andrea y la Mayu, que nos llevaron a dedo.



Bundaberg.



Cartel adventista que casi me hace convertirme.



¡A 1770/Agnes Water!